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Mostrando entradas de enero, 2014

El oráculo de Sadoqua - Clark Ashton Smith

Horatius, un oficial romano apostado en la recién conquistada provincia de Averonia, busca en vano a su desaparecido compañero, Galbius, de quien no existe al parecer ni señal ni rumor entre los nativos. Horatius, desesperado,solicita por último un oráculo de los druidas paganos: el [temible] y maligno oráculo del espantoso dios Sadoqua, el cual se cree dormita eternamente bajo tierra en una caverna en medio de los profundos bosques de Averonia. Encuentra el lugar, acompañado por varios soldados, y es llevado por los sombríos, repulsivos druidas que le [ordenan] entrar en la cueva del oráculo [solo]. En una gruta hendida de arriba a abajo, donde la luz de fuera desciende lúgubremente al interior de medio veladas sombras, halla a un extraño ser mitad humano, peludo, atezado, encadenado junto a una [fétida, humeante]sima de donde vahean hórridos, hediondos vapores. El ser [responde] habla en un semiarticulado latín, y da una críptica contestación a sus preguntas relativas al destino de

Escapar por los Pelos - Lord Dunsany

Ocurrió bajo tierra. En aquella malsana y húmeda cueva bajo Belgrave Square las paredes goteaban. Mas ¿qué le importaba eso al mago? lo que necesitaba era discreción, no sequedad. Allí sopesó la marcha de los acontecimientos, determinó destinos y urdió brebajes mágicos. Durante los últimos años, la serenidad de sus reflexiones se había visto perturbada por el ruido del autobús. Entre tanto, a su fino oído llegaba a lo lejos el estruendo y la convulsión del tren subterráneo bajando Sloane Street; y lo que oía del mundo que tenía por encima de su cabeza no decía mucho a su favor. Un atardecer, allá abajo en su oscura y maloliente cámara con su horrible pipa, decidió que Londres había vivido ya demasiado, había desaprovechado sus oportunidades; en resumidas cuentas, había llevado demasiado lejos su civilización. Así es que decidió destruirla. Por consiguiente, hizo señas a su acólito desde el extremo cubierto de maleza de la caverna y dijo: "Tráeme el corazón del sapo que mora

Rincón de la poesía: Vampire - Xandria

Dark are the streets, gloom's creeping out of the walls Dirt comes alive and all the neon-lights call Demons and fools and a lady of black She's of the kind nighttime-insomniac She sees the prey and she's aware The times are hard but she don't care She's a vampire Desire darker than black She's a vampire Reach higher, no turning back Her wings are curtains of the night She knows no wrong or right Dead are the places where this goddess has been Cold is the skin that this creature has seen Her universe is an ocean of blood Her dining table the cradle of mud She sees the prey and she's aware The times are hard but she don't care She's a vampire... The night is blind, the mistress she is calling you To be by her side forevermore Follow her until her thirst is sated an immortal lie, heartblood Can't help yourself, she's got you paralyzed So would you kiss the sun goodbye And give your life to never die? She's

De cómo llegó el enemigo a Thulnrana - Lord Dunsany

Desde hace mucho tiempo había sido profetizado y previsto de antiguo que el enemigo llegaría a Thlunrana. Y se conocía la fecha de su destrucción y la puerta por la que aquél entraría, aunque nadie había profetizado quién sería el enemigo, excepto que se trataría de uno de los dioses que vivían entre los hombres. Mientras tanto, Thlunrana,esa lamasería secreta, esa catedral mayor de la magia, era el terror del valle en el que estaba asentada y de todas las tierras que lo circundaban. Sus ventanas eran tan estrechas y altas, y tan extrañas cuando estaban iluminadas de noche, que parecían contemplar a la gente con una diabólica mirada de soslayo, como si guardaran algún secreto en la oscuridad. Quiénes eran los magos y sus delegados y el gran hechicero jefe de aquel furtivo lugar nadie lo sabe, pues iban cubiertos con capas, capuchas y velos totalmente negros. Aunque su destrucción estaba próxima y el enemigo de la profecía debía llegar aquella misma noche a través de la puerta abiert

Spitfire - Gilberto Solís

Agosto 20, 1941 En algún lugar sobre Inglaterra... ¡El zumbido lo alertó de la proximidad de su enemigo! Desesperado giró la cabeza hacía uno y otro lado, buscándolo con la vista. ¡Ah! ¡ahí! ¡detrás, por arriba y acercándose con celeridad!. A toda velocidad se elevó, trazando un arco hacia la izquierda. Su oponente, aun incapaz de salir de su picado, lo rebasó y se niveló unos 300 metros mas abajo. Ahora era su turno. Girando grácilmente se lanzó en una hábil catenaria sobre él, a la vez que aumentaba la velocidad. Pero el otro lo había visto, giró con presteza a la derecha ciñéndose en el giro, en un intento bastante hábil por confrontarlo. Al ver esta reacción desaceleró. Su blanco, ahora malogrado, se dirigió hacia él. Aumentó la velocidad una vez más. Si era un duelo lo que el otro quería, le iba a mostrar que él no era de los que los rehuían. Ambos contendientes se aproximaron velozmente uno contra el otro. ¡Aquel que declinase el duelo estaba perdido! Con seguridad su ad

Camino - Luis Vigil

—¡A la derecha, David, a la derecha! —¡Cuidado ahora, Ana! ¡Afírmate bien, no vayas a salir despedida! Delante de su vehículo, una densa humareda negra marcaba el lugar donde otro que les precedía no había podido mantenerse en la ruta y se había estrellado contra la pared. Una mano crispada, sanguinolenta, se erguía entre el montón de chatarra. Otro vehículo, zigzagueando, les sobrepasó a una velocidad increíble. Vieron el rostro de su conductor, una máscara del más abyecto terror, mientras trataba de hacerse con la dirección sin conseguirlo. Se perdió de vista en la siguiente curva y, poco después, un tremendo estallido les indicó que no había podido franquearla. Dando una salvaje vuelta al volante, David logró evitar los nuevos escombros que se escondían traicioneramente a la salida de la curva de velocidad reducida y que aún lanzaban tremendas llamaradas. Las ruedas patinaron en el aceite derramado en la ruta y el humo apenas si le permitía ver lo que había delante. Por un mom

Peligro en las Cavernas Subterráneas - Gustavo Masso

El metro avanzaba envuelto en su olor de hule quemado y sudor humano. La mujer en el incómodo asiento leía su revista femenina de rigor mientras, disimuladamente, miraba de reojo a los hombres del vagón y escogía uno. Con un gesto muy estudiado alzó la vista, miró al hombre que estaba frente a ella y sonrió. El hombre recibió el doble destello de mirada y sonrisa, y sonrió también, deslumbrado. Lo único que veía ahora era la vagina que se abría enorme ante él. Supo entonces que estaba perdido, pero no pudo resistir la tremenda atracción y se dirigió hacia ella. Las puntas de los senos lo guiaron con su señal roja y atracó en ese puerto con bandera franca, justo entre las piernas de la mujer. Y se debatió ahí sin ninguna esperanza, con un placer masoquista, mientras su cuerpo se perdía, se iba por ese vórtice erótico. Casi al final sintió miedo, y en un intento desesperado se agarró con fuerza de los senos y se sostuvo así un momento, pero fue inútil y, entre las convulsiones del orgasm

El Eclipse - Augusto Monterroso

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topogáfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, en el convento de Los Abrojos, donde Carlos V condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible,que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimien

El sueño del Rey Karna–Vootra - Lord Dunsany

El rey Karna–Vootra, sentado en su trono que todo lo domina, dijo: –La pasada noche vi con toda claridad a la majestuosa Vava–Nyria. Aunque estaba parcialmente oculta por grandes nubarrones que continuamente pasaban por delante de ella, dando vueltas a su alrededor, su rostro estaba descubierto y en él resplandecía el claro de luna. Le dije a ella: –Pasea conmigo por los grandes estanques de la hermosa y llena de jardines Istrakhan, donde flotan lirios que producen deliciosos sueños; o, descorriendo la cortina de orquídeas colgantes, ven conmigo a través de un sendero secreto a la otra jungla impenetrable que cubre el único paso entre las montañas que rodean a Istrakhan. La cercan y la contemplan con alegría por la mañana y al anochecer, cuando los estanques todavía no están habituados a la luz, e incluso, a veces, en su alegría, derriten la fatal nieve que mata a los montañeros en las cumbres solitarias. Entre ellas hay valles más antiguos que los pliegues de la luna. "Ven co

Charon - Lord Dunsany

Charon se inclinó hacia delante y remó. Todas las cosas eran una con su cansancio. Para él no era una cosa de años o de siglos, sino de ilimitados flujos de tiempo, y una antigua pesadez y un dolor en los brazos que se habían convertido en parte de un esquema creado por los dioses y en un pedazo de Eternidad. Si los dioses le hubieran mandado siquiera un viento contrario esto habría dividido todo el tiempo en su memoria en dos fragmentos iguales. Tan grises resultaban siempre las cosas donde él estaba que si alguna luminosidad se demoraba entre los muertos, en el rostro de alguna reina como Cleopatra, sus ojos no podrían percibirla. Era extraño que actualmente los muertos estuvieran llegando en tales cantidades. Llegaban de a miles cuando acostumbraban a llegar de a cincuenta. No era la obligación ni el deseo de Charon considerar el porqué de estas cosas en su alma gris. Charon se inclinaba hacia adelante y remaba. Entonces nadie vino por un tiempo. No era usual que los dioses n

El Vampiro - Delmira Agustini

En el regazo de la tarde triste yo invoqué tu dolor...Sentirlo era ¡Sentirte el corazón! Palideciste hasta la voz, tus párpados de cera. Bajaron...y callaste...Pareciste oír pasar la muerte...Yo que abriera tu herida mordí en ella -¿Me sentiste?- ¡Como en el oro de un panal mordiera! Y exprimí más, traidora, dulcemente tu corazón herido mortalmente; por la cruel daga rara y exquisita de un mal sin nombre, ¡Hasta sangrarlo en llanto! y las mil bocas de mi sed maldita tendí a esa fuente abierta en tu quebranto ¿Por qué fui tu vampiro de amargura? ¿Soy flor o estirpe de una especie oscura que come llagas y que bebe el llanto?

Feliz Año Nuevo 2014

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