Prosa de la calavera - José Emilio Pacheco

Prosa de la calavera

En vez de temerme o ridiculizarme por obra de tu miedo deberías estarme agradecido. Sin mí qué cárcel sería la vida en la tierra. Que tormento si nada cambiara ni envejeciera. Y durante siglos y siglos de desesperación sin salida la misma gente diera vueltas y vueltas a la misma noria.

Gracias a mí todo es inexpresivamente valioso porque todo es efímero y jamás se repite.

Porque voy con ustedes a todas partes. Siempre con él, con ella, contigo, esperando sin protestar, esperando.

De la pulverización de mis añicos está amasada la tierra.

Volverás a la oscura tierra y yo, que en cierta forma soy tu hija, heredaré tu nada y tu nombre.

Seré tus restos, tus despojos, tus residuos, tus sobras: el testimonio de que por haber vivido estás muerto.

Así, quién lo diría, yo -máscara de le muerte- soy la más porfunda entre tus señales de vida, tu huella final, tu última ofrenda de basura al planeta que ya no cabe en sí mismo de tantos muertos.

Yo tu verdadera cara, tu apariencia última, tu rostro final que te hace Nadie y te vuelve Legión, hoy te ofrezco un espejo y te digo:
Contémplate.

Los trabajos del mar. p.27-29

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