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Mostrando entradas de febrero, 2021

La casa del pasado - Algernon Blackwood

 Una noche una Visión vino a mí, trayendo con ella una antigua y herrumbrosa llave. Me llevó a través de campos y senderos de dulce aroma, donde los setos ya susurraban en la oscuridad primaveral, hasta que llegamos a una inmesa y sombría casa, de ventanas conspicuas y tejado elevado, medio escondido en las sombras de la madrugada. Advertí que las persianas eran de un pesado negro y que la casa parecía revestida por una tranquilidad absoluta. -Ésta -susurró ella en mi oído-, es la Casa del Pasado. Ven conmigo y recorreremos algunas de sus habitaciones y pasadizos; pero apresúrate, pues no tendré la llave por mucho tiempo y la noche ya casi se acaba. Aún así, por ventura, ¡debes recordar! La llave produjo un espantoso ruido cuando giró en la cerradura, y cuando la puerta estuvo abierta a un vestíbulo vacío y hubimos entrado, escuché los sonidos de murmullos y llantos, y el roce de telas, como de gente moviéndose en sueños, a punto de despertar. Entonces, instantáneamente, un espírit

Los habitantes del pozo - Abraham Merritt

  Hacia nuestro norte, un dardo de luz se alzaba hasta casi llegar el cenit. Surgía por detrás de la áspera montaña hacia la que nos habíamos estado dirigiendo durante todo el día. El dardo atravesaba una columna de niebla azul cuyos costados estaban tan bien delimitados como la lluvia que cae de los bordes de una nube tormentosa. Era como el haz de un proyector que atravesase una nube azul, y no creaba sombras. Mientras subía a lo alto recortaba con aristas duras y fijas las cinco cimas, y vimos que la montaña, en su conjunto, estaba modelada en forma de mano. Y, mientras la luz los silueteaba, los gigantescos picos que eran los dedos parecían extenderse, y la tremenda masa que formaba la palma empujar. Era como si se moviese para rechazar algo. El haz brillante permaneció así durante unos momentos, luego se dispersó en una multitud de pequeños globos luminosos que se movían de uno a otro lado y caían suavemente. Parecían estar buscando algo. El bosque se había quedado muy silenci

La bruja del ámbar - Lady Duff-Gordon

 Cuando comparecimos de nuevo ante el tribunal, la sala estaba abarrotada, y algunos se estremecieron al vernos, mientras que otros rompieron a llorar; mi hija volvió a negar la acusación de que era una bruja. Pero cuando llamaron a declarar a nuestra vieja sirvienta Ilse, a la que no habíamos visto porque estaba sentada en un banco del fondo, la entereza de la que el Señor había dotado a Mary la abandonó de nuevo, y repitió las palabras de nuestro Salvador: «El que come conmigo se ha vuelto contra mí»; y se agarró con fuerza a mi silla. La vieja Ilse también se tambaleaba al caminar debido a la pena, las lágrimas le impedían hablar y se contorsionaba como si la estuvieran sometiendo a un suplicio. Pero, cuando el Dom. Consul la amenazó con que el alguacil la ayudaría a hablar, declaró que mi hija se despertaba a menudo por la noche y llamaba en voz alta al abyecto demonio. P: ¿Alguna vez ha oído que Satanás le respondiera? R: No, nunca le he oído. P: ¿Ha observado que la rea [3