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Mostrando entradas de junio, 2023

Hotel K. - José Luis Zárate

     Cuando Gregorio Samsa despertó, con un horrible sabor en la boca, se encontró en un hotel de tercera, junto a una desnuda desconocida. Se quedó mirando el techo recordando que su esposa lo esperaba para festejar su aniversario.     -Soy un insecto- se dijo.

Rincón de la poesía: Mies Del Dolor - Blind Guardian

  Ella partió Y el bosque durmió La doncella nunca volverá El sello del olvido se ha roto Y en pecado un amor tornará Nuestra vida sola baila Esperanza gritos cubrirá La verdad en el pasado Sueños mentiras mostrarán La noche vendrá Dolor quedará De repente todo se aclaró La venda de los ojos cayó Sus ojos cerró Y mi nombre gritó Ella nunca nunca mas fue vuelta A ver Mies del dolor Tu fruto creció En helada tierra de pesar Cuando muera la luz La noche invernal Vendrá Ella partió Y yo pierdo la fe Mis heridas no podrán sanar Traeré al ocaso Pese a que seré burlado yo Por la vida y el juicio final Amanece en la vida y sé Que pronto todo pasará Y enfrento las sombras de pie en soledad Mies del dolor Tu fruto creció En helada tierra de pesar Cuando muera la luz La noche invernal Vendrá

La muñequita - Juan Valera

Hace ya siglos que en una gran ciudad, capital de un reino, cuyo nombre no importa saber, vivía una pobre y honrada viuda que tenía una hija de quince abriles, hermosa como un sol y cándida como una paloma.      La excelente madre se miraba en ella como en un espejo, y en su inocencia y beldad juzgaba poseer una joya riquísima que no hubiera trocado por todos los tesoros del mundo.      Muchos caballeros, jóvenes y libertinos, viendo a estas dos mujeres tan menesterosas, que apenas ganaban hilando para alimentarse, tuvieron la audacia de hacer interesadas e indignas proposiciones a la madre sobre su hermosa niña; pero ésta las rechazó siempre con aquella reposada entereza que convence y retrae mil veces más que una exagerada y vehemente indignación.       Lo que es a la muchacha nadie se atrevía a decir los que suelen llamarse con razón atrevidos pensamientos. Su candor y su inocencia angelical tenían a raya a los más insolentes y desalmados. La buena viuda además estaba siempre

La canción de Thelinde - Roger Zelazny

A través del atardecer, al otro lado de la montaña, bajo una luna enorme y dorada, Thelinde estaba cantando. En el elevado salón brujesco de Caer Devash, circundado por completo de pinos y reflejado muy por debajo de las rocas en el plateado río denominado Denesh, Mildin oyó la voz de su hija y las palabras del canto:   «Los hombres del Oeste son fuertes, los hombres del Oeste son valientes, pero Dilvish el Maldito regresó e hizo de su sangre fríos torrentes. Mientras lo perseguían de Portaroy a Dilfar, en la zona oriental, Dilvish montaba una criatura traída del Infierno: un negro y metálico animal. No lograron herir ni detener a su montura, el caballo que los hombres llaman Black, porque el coronel adquirió enorme sabiduría con la maldición de Jelerak...»   Mildin se estremeció, cogió su reluciente capa de bruja (ella era Dama del Aquelarre) y tras echársela a la espalda y atársela al cuello con la ahumada Piedra de la Luna, se transformó en un pájaro

Rincón de la poesía: Sweet Curse - ReVamp

It's a burden for wrong reasons But I keep hold of this pain No more tears but common sorrow Yet it wears of day by day Letting go: I never could but I surely need to heal Sweet curse, my hell You bare our memories like staining scars within your mind You lose all that you knew of me, gone deep inside Lost love, my hell Sweet is the curse of hearts entwined but lost, detached but bound Sad is their fate without relief Cruel is the curse of love, so luscious yet so dangerous Sweet curse, our hell Words weren't made to tell this story For I can't describe the ache No remorse for your betrayal Yet though I find that hard to take How can beauty change unseen into a monster, I don't know Lost love is my hell Sweet is the curse of hearts entwined but lost, detached but bound Sad is their fate without relief Cruel is the curse of love, so luscious yet so dangerous Sweet curse, our hell Lost hope and lost dreams Killing you slowly New scars and new cravings take control New des

Rincón de la poesía: Anubis - Elizabeth Barrette

     Anubis es la noche previa al día, la  sombra oculta de la sabiduría y de la luz,  de sus ojos suavemente brillantes que reflejan la luna y las estrellas.      Anubis es quien los dioses obedecen,  respetando tanto su ladrido como su mordisco. Las palabras mesuradas  y sus mandíbulas prestas a triturar.       Anubis es el que vigila desde lejos, el que controla cuando el momento ha llegado para pesar un alma, y juzgar su vida, como errónea o correcta.       Anubis nos conoce a todos por lo que somos. Ni nos ama, ni nos odia, tampoco se da un respiro en su eterno recuento de puntuaciones.     Él cuida la balanza y de las leyes, porque él es el chacal que tiene el conocimiento de la justicia.

Todo - José Luis Zárate

     Nadie puede reconocer a simple vista un hombre que lo ha perdido todo. Frente a la basta mesa del hostal quien estuvo en las más ricas mesas de Europa, frente a doctores, filósofos y científicos, bebe su cerveza agria de soledad.     Una algarabía allá afuera, voces temerosas, llantos, desesperación, notas de música discordante que conoce bien.     -Viene, ahí viene- grita la gente del pueblo que duda entre enfrentar la amenaza o huir. Huyan, piensa el hombre que una vez fue doctor. No lo pierdan todo. Como yo.     Una silueta terrible a lo lejos     La gente dispersa, gritando el nombre del terror:     -¡Frankenstein! ¡Frankenstein!     El doctor suspira. El monstruo le quitó todo. Incluso el nombre.  

El mudo - Eraclio Zapeda

     Cuando lo llegaron a sacar de la casa que le servía de calabozo, la madrugada estaba apareciendo. De un salto se incorporó del camastro al sentir la llegada de los cuatro soldados y del teniente Cástulo Gonzaga. Allí estaban ya.       La última noche había terminado y era el mero día. Recorrió con la vista a los soldados y hubiera querido que se desaparecieran y que todo quedara como un susto. Pero los cuatro hombres, con sus sombreros de palma, la carrillera chimuela de cartuchos y las recias carabinas seguían allí frente a él, listos para cumplirle lo ofrecido.       La noche anterior le habían dicho que se echara su último sueño porque a las seis de la mañana lo iban a fusilar. Así, pelón y de golpe se lo habían hecho saber.     Las caras de los soldados relumbraban en la penumbra del cuartucho. Parecía como si se hubieran untado manteca en los pómulos y en la barba. Tenían los ojos fijos y cansados, rojos, como si les hubiera entrado tierra en una polvareda o se hubieran puest

La muerta enamorada - Téophile Gautier

 Hermano, tú me preguntas si conozco el amor. Pues bien, lo conozco. Se trata de una historia singular y terrible y, aunque ya cuento con sesenta y seis años, casi no me atrevo a remover las cenizas de semejante recuerdo. No me negaré a contártela, pero nunca relataría esta historia ante un alma menos noble que la tuya.  Los hechos ocurridos son tan sorprendentes que me niego a pensar que hayan existido. Pese a ello, lo cierto es que durante más de tres años fui víctima de un espejismo único y diabólico. Yo, un mísero sacerdote de provincias, viví en sueños, noche tras noche (¡y quiera Dios que sólo fuese un sueño!), una vida disipada, una vida mundana, una vida de Sardanápalo.   Fue suficiente que posara una mirada complaciente sobre una mujer para que arriesgase mi alma. Al final, con la ayuda de Dios y de mi santo patrón, conseguí conjurar al espíritu maligno que se había adueñado de mí.  Mi existencia se había dividido en una existencia nocturna totalmente diferente. Durante el día