Cien años - José Luis Zárate

 Nadie ignoraba la desastrosa historia del príncipe con sus mujeres. El intento de asesinato de la infiel consorte, y la triste decapitación (la seguía amando).

Todos comprendieron por qué se lanzó a buscar a una princesa dormida cien años. Lo sorprendente fue que la encontrara, la trajera al reino, la desposara, que luciera feliz, que al fin hubiera encontrado a quien amar de forma tan absoluta.

El pueblo gustaba de verlos cuando salían a pasear en la palestra real, rodeados de cojines y sirvientes. ella resplandecía (más ahora, embarazada) y él era feliz. ¿Qué más se puede pedir a un cuento de hadas?

Que el príncipe nunca se molestara en despertarla, era un detalle insignificante.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El deseo - Roald Dahl

El ojo en el dedo - Raúl Avila

Se solicita sirvienta - Patricia Laurent Kullic