Primeros amores - Sivela Tanit

Cuando era adolescente me enamoré, era de esos amores primeros, que consideras únicos y eternos, con los que te vez en tu futuro con esa persona. Es un amor tierno, porque es el primero, es un amor confiado porque te entregas con todo tu corazón y alma… y termina.

Entonces se guardan palabras en el silencio y el dolor te va carcomiendo, se guardan lágrimas y furias, se bebe la nostalgia del beso lleno de esperanza, se desvanecen los sueños de la luz futura y todo queda en un adiós.

En mi visión de infancia me quedé sola, sentí mi primer desamparo y dejé que el espíritu de la nostalgia y el drama envolvieran mi naturaleza,  comencé a adorar la forma en el que viento chocaba con mi rostro, eso me hacía sentir que volaba; amé el silencio y escuché todas las voces de mi cabeza y me asustó reconocer la cantidad infinita de cosas que habitaban en mí.

Abracé lo que en ese momento de tragedia entendí como mis “demonios interiores” odiaba el dolor que dejan las ausencias, sentía  mi corazón desdichado latiendo en una muerte infinita,  me torné taciturna y melancólica.

Y el tiempo me enseñó que la vida no acaba allí, que hay más gente que te decepciona y alguna que te quiere bien, que hay gente que quiere controlarte y una que otra rara que te deja ser como eres… lo más importante es que me encontré a mí, dejé de buscar el amor afuera y lo cultivé dentro, me forme con mi amor, me perdoné mis errores y me acepté como soy.

Eso lo aprendí con los amores en mi vida, nunca olvidaré al primero ni al último.

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