La negra sombra del caballo - Roger Zelazny

 En la gran sala de la Casa de la Muerte una sombra enorme se proyecta contra el muro, detrás del trono de Anubis. Podría pensarse que se trata de un motivo decorativo, un alto relieve, un fresco, si no fuera porque es totalmente negra y parece contener en sí misma algo de una profundidad infinita.

Además, está animada por un imperceptible movimiento.

Se trata de la sombra de un monstruoso caballo, y de ningún modo se ve afectada por los estallidos de luz que emiten los dos braseros que arden a una y otra parte del trono.

No hay nada en la gran Sala capaz de proyectar una sombra tan grande, pero el que pudiera haber estado con el oído atento en tal lugar podría haber percibido el ruido de una respiración ligera. Con cada espiración audible, las llamas se repliegan, para alzarse a continuación.

Se desplaza lentamente a través de la sala y vuelve a posarse en el trono, haciéndose así completamente visible a la mirada a cualquiera que en la Sala hubiera tenido ojos para ver. Se desplaza sin ruidos y cambia de tamaño y aspecto y evoluciona. Su contorno hace aparecer una crin, una cola, cuatro patas con cascos.

Y luego el ruido de la respiración de nuevo puede oírse, como si se tratase de un órgano gigantesco.

Se encabrita y se alza sobre los cuartos traseros, como un hombre, y sus patas delanteras proyectan la forma de una cruz inclinada.

Se oye, en la lejanía, un ruido de pasos.

Cuando Anubis entra, la Sala es invadida por un viento violento que se reabsorbe súbitamente en una risa burlona y seca.

Se hace el silencio y, entre tanto, el ser cuya cabeza es la de un perro se enfrenta a la sombra que se aposta ante su trono.

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