El vivo al gozo - Dezohara Bollstadt
Hoy asistí al funeral de un conocido, ni siquiera era amigo cercano, así, apartada del evento, pude observar el comportamiento de las personas. En principio el amigo que me avisó necesitaba de compañía y me “invitó”; en ese caso no me pude negar, porque me lo pidió: “Acompáñame”. Moví mis “principios” de amistad y fui con él, para esto debo decir que ODIO, con mayúsculas, ir a funerales y mucho menos asistir al entierro. Son eventos que no puedo sobrellevar. Cuando pasé por mi amigo a su casa, no le di el pésame, sólo lo abracé y nos fuimos al velatorio. El conocido era su primo, creció con él, eran casi de la misma edad. El primo se convirtió en difunto por quedarse dormido cuando conducía su auto. Mi amigo al que bautizaré Pablo, siempre se quejaba de su primo por ser necio y meterse en problemas, pero se divertía mucho con él, porque era “el alma de la fiesta”. La mamá de Pablo, lo detestaba, era una mala influencia para su hijo: vago, flojo, sin trabajo fijo y ella sabía qu...