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Mostrando entradas de marzo, 2018

Cálido Silencio - Sivela Tanit

A veces la oscuridad del corazón es igual de grande a la de una profunda cueva, a veces no oyes ni sus latidos. En otras ocasiones las emociones del corazón son como un diluvio en el mar, son una sinrazón, también pueden ser como el aire en el desierto; o una estrella nocturna que se repite a sí misma en los cuatro puntos cardinales confundiendo a la mente y a la propia vida; igual pueden ser como la sal del mar, se prueba pero no se ve. Así es la lucha de mis emociones en mi pensamiento. Confuso y loco. Hundidos en miedos que no existen. Y deseo, desearía… encontrar la paz y la sabiduría para aprender a vivir. Ser la tranquilidad y la libertad. Quiero ser el sonido de la campana lenta y perezosa, monótona, perdida en las ruinas dentro de un bosque. Sin pasos, sin ruido, en el silencio cálido que proviene de amarse a uno mismo. Como sonido correr con el viento, jugar con el riachuelo… Y despierto. No hay silencio, sólo oscuridad y abismo.

Vivo sin ella - Sivela Tanit

El mundo está lleno de corazones rotos, los sentimientos fueron lastimados a diferente nivel e intensidad. Lo que me lleva a preguntarme ¿El fallecimiento de la propia madre crea un corazón roto? Dos respuestas: si o no (si es que no me encuentro con alguna mente que le gusta complicarse la vida y decir: tal vez), esa decisión se lo dejo a mi amable lector. Cuando recibí la noticia del deceso de mi madre, el mundo que estaba a mi alrededor dejó de girar, sentí una regresión a cuando era pequeña y me tapaba con la cobija para alejar los miedos de la noche. Sólo que ahora esa cobija, por más que intenté ponérmela, no evitó su ausencia. La llamada de su fallecimiento me tomó por sorpresa, ella se estaba restableciendo de una operación de cadera, se le dio de alta y su recuperación era positiva. Yo ya no vivía con mi mamá, recuerdo que la visité un lunes y “la llamada” fue el jueves. Es un sentimiento aterrador, mis pensamientos se paralizaron, actuaba por instinto, todo lo hice c

Ensayo a mi madre - Sivela Tanit

Mi madre fue la mujer más maravillosa del mundo. Puedo comenzar así, pero yo sé que no es cierto, porque la madre de cada uno de nosotros fue la más maravillosa del mundo. Así que seré más realista y quiero aprovechar que tengo la capacidad de describir a mi madre en una sola palabra: aguantadora (para bien y para mal). Aguantó decepciones, dolores, partos, amenazas, miedos, pérdidas, a sus hijos, un matrimonio que torció su camino, un marido irresponsable, trabajar toda su vida, el amor de sus hijos, el amor de sus nietos, su cansancio, su vejez, sus enfermedades… el peso del mundo. Mi madre fue un enorme bloque, siempre de pie, firme y en sus momentos de flaqueza, (pues fue una persona muy sensible) sólo se rajaba ese bloque, a veces se le caían moronas y se convertían en guijarros que su enorme orgullo hacía a un lado, a veces, ese mismo orgullo recogía los guijarritos y los pegaba con saliva, de regreso a su gran monolítico bloque. A veces nos contaba sobre su infancia, y