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Mostrando las entradas etiquetadas como amor

Una tarde plena - Clarice Lispector

El saguino  es tan pequeño como un ratón, y del mismo color. La mujer, después de sentarse en el autobús y de lanzar una mirada tranquila de propietaria sobre los asientos, ahogó un grito: a su lado, en la mano de un hombre gordo, estaba lo que parecía un ratón inquieto y que en verdad era un vivísimo saguino . Los primeros momentos de la mujer versus el saguino se consumieron en intentar sentir que no se trataba de un ratón disfrazado. Cuando hubo llegado a eso, comenzaron momentos deliciosos e intensos: la observación del animal. Todo el autobús, además, no hacía otra cosa. Pero era privilegio de la mujer estar al lado del personaje principal. Desde donde estaba podía, por ejemplo, reparar en la pequeñez de la lengua del saguino : un trazo de lápiz rojo. Y estaban los dientes, también: casi se podían contar millares de dientes dentro de la raya de la boca, y cada pedacito menor que el otro, y más blanco. El saguino no cerró la boca ni un instante. Los ojos eran redondos, h...

Primer amor, primer temor - George Zebrowski

Hacía frío en el agua. El sol se ocultó detrás de unas nubes en el oeste y bajó la temperatura del aire; el cielo se tiñó de un azul más intenso, el mar se tornó más oscuro.  Tim caminaba por el agua, mientras contemplaba al disco anaranjado del sol entre las nubes agrupadas en el horizonte, un sol que ya no calentaba, un globo de cadmio rodando entre cenizas, otra señal de que por fin acababa el largo segundo verano de Lea. La estrella volvió a emerger de pronto, iluminando el cielo calentándole los hombros mojados. Tim miró la roca dentada que asomaba fuera del agua frente a él; estaba cubierta de relucientes algas verdes. Nadó hacia ella con renovadas energías. Su padre le había prohibido alejarse demasiado de la costa, pero nunca se enteraría. Había ido al astropuerto a cien millas de distancia sobre la costa para recoger a una pareja y su hija que iban a compartir su casa, y tardaría una semana en regresar. De pronto Tim tuvo miedo de las profundidades que se abrían debajo de ...

La hormiguita - Fernán Caballero

 Había vez y vez una hormiguita tan primorosa, tan concertada, tan hacendosa, que era un encanto. Un día que estaba barriendo la puerta de su casa, se halló un ochavito.  Dijo para sí: ¿Qué haré con este ochavito? ¿Compraré piñones? No, que no los puedo partir. ¿Compraré merengues? No, que es una golosina.  Pensó más, y se fue a una tienda, donde compró un poco de arrebol, se lavó, se peinó, se aderezó, se puso su colorete y se sentó a la ventana. Ya se ve; como que estaba tan acicalada y tan bonita, todo el que pasaba se enamoraba de ella. Pasó un toro, y le dijo: -Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo? -¿Y cómo me enamorarás? -respondió la hormiguita. El toro se puso a rugir; la hormiga se tapó los oídos con ambas patas. -Sigue tu camino -le dijo al toro-, que me asustas, me asombras y me espantas. Y lo propio sucedió con un perro que ladró, un gato que maulló, un cochino que gruñó, un gallo que cacareó. Todos causaban alejamiento a la hormiga; ninguno se ganó su volunt...

El Pacto del gato y el diablo

 Había una vez una mujer que vivía sola con su bebé y su minino, en una casita en medio del bosque. Un día, ella tuvo que salir pero estaba muy preocupada porque no quería dejar a su bebé solo. Así que miró a su mascota y le dijo: —Gatito mío, cuídame tú a mi bebé que no tardo en regresar —y entonces salió de su casa. Al rato se apareció el diablo en la casa y el gato al verlo, saltó frente a la cuna del niño sin intimidarse.  -porque es bien sabido que los gatos son los únicos animales que no le temen a este ser tan maligno - —¿Qué es lo que quieres? — le preguntó el gato. —¡Vengo a llevarme a ese bebé! —Pues no puedes, porque lo estoy cuidando yo. —No me importa, me lo llevaré conmigo y tú no podrás hacer nada para evitarlo. —Muy bien —dijo el gato astutamente—, te propongo algo: si adivinas cual es el número exacto de pelos que tengo en todo mi cuerpo, podrás llevarte al bebé. Pero si fallas tienes que irte y nunca más volverás a aparecer por aquí. Te lo advierto, solo te v...

El hombre de arena - E. T. A. Hoffmann (parte 5)

  Lotario apareció en el cenador y Clara tuvo que contarle lo que había sucedido; como amaba a su hermana con toda su alma, cada una de sus quejas caía como una chispa en su interior de tal modo que el disgusto que llevaba en su corazón desde hacía tiempo contra el visionario Nataniel se transformó en una cólera terrible.  Corrió tras él y le reprochó con tan duras palabras su loca conducta para con su querida hermana, que el fogoso Nataniel contestó de igual manera. Los insultos de fatuo, insensato y loco, fueron contestados por los de desgraciado y vulgar. El duelo era inevitable. Decidieron batirse a la mañana siguiente detrás del jardín y conforme a las reglas académicas, con afilados floretes. Se separaron sombríos y silenciosos. Clara había oído la violenta discusión, y al ver que el padrino traía los floretes al atardecer, presintió lo que iba a ocurrir. Llegados al lugar del desafío se quitaron las levitas en medio de un hondo silencio, e iban a abalanzar...

El cinturón de Venus - Harold Lawlor

La primera vez que Kenny Wilcox oyó hablar a su esposa del increíble Cinturón de Venus, ambos se estaban vistiendo para salir por la noche. Estaba en pie ante la cómoda, los tirantes sosteniendo los pantalones de noche, los hombros delineados bajo la blanca camiseta, las manos sosteniendo un cepillo militar. Lanzaba maldiciones por lo bajo, pero con profundo sentimiento, mientras intentaba fútilmente suavizar las ondulaciones de su rizado cabello negro. Baby estaba ante el tocador, ignorando la forma habitual de su boca al tratar de pintarla de manera distinta, obscena y provocativa, delineándola caprichosamente con espesa y roja crema. —Hoy compré un cinturón —dijo Baby al mismo tiempo que se pasaba el lápiz de labios. De modo que sonó «ho ompré un urón». Llevaban ya tres meses casados, lo bastante para que Kenny supiera traducirlo. —¿De veras? —dijo él ausente—. ¿Piensas pasar contrabando a Newcastle? Era una broma, y bastante fina, pensó él, pues contenía implícitamente un...