Piedra de toque - Terry Carr
Tras treinta y dos años de observar con creciente perplejidad los hábitos del mundo y la vacilante búsqueda de amor y seguridad por parte de la gente, Randolph Helgar pensaba que había una sencilla respuesta para todo ello, que de alguna forma era posible agarrarse a la vida, aferraría y apreciarla sin temor. Y un sábado por la mañana, a principios de marzo, cuando las nubes habían desaparecido y el sol se alzaba pálido en el cielo, Randolph encontró lo que buscaba. La nieve había abandonado las calles de Greenwich Village desde hacía más de una semana, dejando tras de sí únicamente un quebradizo residuo en las aceras. Todo el mundo seguía andando con paso incierto, como marineros de permiso en la costa. Randolph Helgar salió de su piso a las diez y se dirigió hacia el oeste. El viento del este encrespó su arreglado cabello color arena, confiriéndole el superficial aspecto de la prisa, pero sus inquietos ojos grises y la vaga sonrisa que tan a menudo aparecía en su boca anulaban esa ...