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Ejércitos - Eduardo Vaquerizo

  Se levantó del barro luchando contra la viscosidad, temblándole las rodillas, resbalando una y otra vez sobre la arcilla empapada de una pequeña ladera rodeada de pinos. Se miró el cuerpo. Estaba cubierto por una complicada cota de cuero curtido y remachado en hierro. La suciedad opacaba el metal de los clavos. Hacia calor. La luz de lo alto,   en el cielo grisáceo, le dañaba los ojos haciéndole parpadear. No tenía idea ninguna en su mente, solo remolinos de emociones apenas formuladas qué giraban caóticamente sin lograr asirse a nada. Notó un tirón en el pelo y se tocó una enorme costra de sangre semicoagulada en una sien. Nada mas hacerlo fue consciente del intenso latido de dolor que le sacudía todo ese costado de la cabeza.   Estaba herido. A su lado había un largo objeto de metal. Sin saber porque, lo cogió y comenzó a andar. El cielo le deslumbraba con su intensa palidez lechosa. Debía ser poco más de mediodía. Los pinos goteaban agua y de vez en cuando alguna...

Peor que la muerte - Eduardo Vaquerizo

  Se lo llevaron esta mañana. Daba un poco de pena las últimas semanas, sentando en su silla frente a la ventana, apenas sin poder moverse, dejando que los rayos del sol de la mañana lo calentasen la piel, esa piel arrugada, tan vieja.  Sin embargo su cabeza estaba bien, no podía casi hablar, pero eso era por el pecho, el pulmón que le quedaba casi corroído del todo no le daba aliento suficiente con el que hablar. Mentalmente estaba sano, muy sano.  Mi padre siempre había tenido la cabeza llena de números, de ideas, de esas raras, aquellas que florecían en los viejos tiempos. Sabía incluso leer, fíjate en esos viejos tomos amarillentos, colección nova, antiquísimos. Solo pensar en desgastar la vista en ellos me cansa.  Aunque ahora estaba muy separado de los tiempos era divertido. Se pillaba unos rebotes morrocotudos viendo la tele, empezaba a despotricar contra la programación actual. No sé que tiene de malo, a mí me gustan las ejecuciones, son divertidas y educativ...