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El elegido - Edward Goligorsky

  Fermín Sosa no podía conciliar el sueño. Era extraño. Tenía los ojos cerrados y estaba realmente cansado, pero no podía conciliar el sueño. Cambiaba de posición en la cama, pensando que quizás le incomodaba el brazo mal doblado, o la pierna encogida, o la posición forzada del cuello. Pero no ganaba nada con esas vueltas. El calor era agobiante, como si las paredes hubiesen aprisionado y solidificado todo el bochorno del día, y Fermín Sosa se sentía como una de esas figuritas encerradas en un bloque plástico y trasparente que últimamente se veían en las vidrieras. Junto a él dormía la Rufina, respirando serenamente, y a ratos hacía sonar la lengua contra el paladar con esos chasquidos húmedos que según ella eran producto de la imaginación de Fermín. - ¡Dejate de embromar! - se reía la Rufina cada vez que él mencionaba el terna -. Qué voy a hacer con esos ruidos mientras duermo. Vos sí que roncaste anoche. No pude pegar un ojo. Pero claro que la Rufina chasqueaba la lengua ...

Cuando los pájaros mueren - Edward Goligorsky

  La primera luz del sol llenaba el valle, produciendo otro día de intolerable calor. Una brisa suave y cálida azotaba las espadañas y la alta hierba amarilla. Un estrecho arroyo fluía lenta­mente por el valle. El cielo se mostraba terriblemente azul y vacío. Nada ensuciaba su fantástica claridad, los pájaros llevaban muertos dos años. En el valle no se observaba el menor movimiento. La inmóvil locomotora y los vagones de carga parecían juguetes arrojados a un lado por el caprichoso hijo de un gigante vagabundo. En dos años las hierbas habían cubierto los rieles. Con un estremecedor crujido se deslizó hacia un lado la puerta de uno de los vagones. Un hombre asomó la cabeza y a continuación surgió al aire libre toda su figura. Era muy viejo. Su piel, increíblemente reseca, le ceñía a los pómulos, cuencas de los ojos, sienes cón­cavas, y a la nariz larga y afilada como un cuchillo. Sus desgreñados cabellos grises caían sobre los hom­bros. Su boca era simplemente una abertur...