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Boxeador - Carlos Wynter Melo

No sabemos si Martínez es mala persona. Tampoco podríamos decir que es un alma de Dios. Ausente, si alguna palabra lo define es esa: ausente. Y nadie conoce sus emociones ni entiende por qué es feliz con una vida tan simple, de figuras de sombra y boxeo. Martínez no conocía a Orlando el Nica Mojica; no, señor. Habrán intercambiado saludos alguna vez, no más que eso. No tenían por qué odiarse, como han insinuado algunos periódicos. La Sombra Martínez -le he dicho a los reporteros- es incapaz de odiar a alguien.  Hay quien pudiera, viendo la apariencia distraída de Martínez, pensar que es tonto. Tampoco es el caso. No se le puede llamar tonto a quien proyecta figuras en la pared con semejante maestría. Si se me pregunta, les diré que Martínez es sencillamente un libro en blanco. Nada más y nada menos. Y nadie sabe al instante siguiente qué aparecerá en sus páginas. El tipo vive tras sus ojos y, en el momento justo, ¡zas!, sale a la superficie.  Entonces es un genio; como cuand...

Primera Línea - Carlos Gardini

  El cielo es un caldo rojo cruzado por tajos blancos. Colores sucios vibran en la nieve sucia. El ruido es una inyección en el cerebro. Acurrucado en un pozo de zorro, el soldado Cáceres no tiene miedo. Piensa que el espectáculo vale la pena aunque el precio sea el miedo. De pronto es como si le sacaran la inyección, dejándole un hueco doloroso. Un ruido se desprende del ruido. Un manotazo de tierra y nieve sacude al soldado Cáceres. Un silencio gomoso le tapa los oídos. Cuando abre los ojos, el cielo es blanco, hiriente, liso. Y el silencio sigue, un silencio puntuado por ruidos goteantes, quebradizos: pasos, voces, instrumentos metálicos. El suelo es blando. El suelo es una cama, una cama en un cuarto de hospital. Un tubo de plástico le llega al brazo. Le duelen las manos. Un médico joven se le acerca mirándolo de reojo. - Quedáte tranquilo - le dice -. Te vas a poner bien. - Mis manos - dice el soldado Cáceres -. Cómo están mis manos? El médico tuerce la boca. -...