El hombre con dedos de cobre - Dorothy L. Sayers
El Club de los Ególatras es uno de los sitios más cordiales de Londres. Se trata de un lugar al que uno puede acudir cuando siente necesidad de narrar el extraño sueño que tuvo la noche anterior, o si desea anunciar el magnífico dentista que ha descubierto. Y si uno quiere y tiene el temperamento de una Jane Austen, también puede escribir cartas a ese club, ya que en él no existen salas en las que esté prohibido hablar, y donde parecer ocupado o absorto cuando otro miembro le dirige a uno la palabra, sería una violación de las normas del club. Sin embargo, no pueden hacerse referencias a la pesca ni al golf. Si la moción del honorable Freddy Arbuthnot es aprobada ante la próxima reunión del comité (y hasta ahora, la opinión respecto a ello parece muy favorable), tampoco se podrá hablar de la radio. Como dijo lord Peter Wimsey el otro día, cuando surgió el tema en la sala de fumar, esos son asuntos sobre los que uno puede conversar en cualquier lugar. Por otra parte, el club no es espec...