Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como misterio

Un fantasma tropical - Carlos Fuentes

Les contó que en el pueblo donde vivía junto al mar había muy poca gente rica y una de ellas, fabulosamente pudiente, según decía el rumor, era una mujer muy anciana que ya no salía nunca y que, según todos los chismes de las mujeres del pueblo, guardaba tesoros incalculables y joyas finísimas en rincones secretos de su casa blanca, enjalbegada, de dos pisos, con columnas resistentes a las mordidas del mar...  Como nadie la veía desde hacía diez años, la gente empezó a darla por muerta. Y como nadie reclamaba su herencia, todos decidieron que el cuento de las joyas era perfectamente fantástico, que la señora sólo tenía bisutería. Y como la casa iba viniendo a menos, escarapeladas las columnas, llenos de goteras los porches y vencidas e inválidas las mecedoras traídas de la Nueva Orleans el siglo pasado, cuando eran la gran novedad gringa, el status symbol de los años 1860, cuando el auge de quién sabe qué, estaba claro que a nadie le interesaba reclamar ninguna herencia, si es...

Muerte en el tren a Ballarat - Kerry Greenwood

—¡Ah, este debe ser el Gran Hipno! —exclamó Phryne mientras el Sr. Butler conducía a sus invitados al salón—. Esta es mi compañera, la Srta. Williams, y estamos encantados de conocerla. Siéntese. ¿Le gustaría tomar algo? El Gran Hipno sonrió con suficiencia e hizo una reverencia, le dio su abrigo y sombrero al Sr. Butler y tomó asiento, aceptando un whisky con soda. —¿Quería verme, Srta. Fisher? ¿De qué, si puedo preguntar? Debe de ser urgente, ya que me hizo secuestrar. Me alegra que mi fama siga vigente, llevo cinco años retirado de los escenarios. —Sí, ¿por qué se retiró? ¿No le van muy bien los contratos? El hombre se irritó, tirando de su brillante mechón. —Desde luego que no —dijo indignado. Encontré otro... eh... trabajo, tan apasionante que me exigía dedicarle todo mi tiempo. Sí, siempre he pensado que el proxenetismo debe ser una profesión agotadora. Bert, que se había quedado cerca de la puerta, asintió como si sus sospechas se hubieran confirmado. Cec observa...

El carbunclo azul - Arthur Conan Doyle

Dos días después de la Navidad, pasé a visitar a mi ami­go Sherlock Holmes con la intención de transmitirle las fe­licitaciones propias de la época. Lo encontré tumbado en el sofá, con una bata morada, el colgador de las pipas a su derecha y un montón de periódicos arrugados, que evi­dentemente acababa de estudiar, al alcance de la mano. Al lado del sofá había una silla de madera, y de una esquina de su respaldo colgaba un sombrero de fieltro ajado y mu­griento, gastadísimo por el uso y roto por varias partes. Una lupa y unas pinzas dejadas sobre el asiento indicaban que el sombrero había sido colgado allí con el fin de exami­narlo. -Veo que está usted ocupado -dije-. ¿Le interrumpo? -Nada de eso. Me alegro de tener un amigo con el que po­der comentar mis conclusiones. Se trata de un caso absolu­tamente trivial -señaló con el pulgar el viejo sombrero-, pero algunos detalles relacionados con él no carecen por completo de interés, e incluso resultan instructivos. Me senté en su b...