La cabeza del muñeco - Francisco Zárate Ruiz
¡Al fin!, las últimas palabras aletearon en la habitación; toda quedó repleta de silencio, y dejaron al muñeco rodeado de la atmósfera viciada con el humo de los cigarros que consumieron aquellos hombres, durante todo el tiempo en que habían permanecido allí encerrados, sosteniendo una charla para ellos amena y para él detestable. No pocas veces pareció que esa charla iba a caer, pero alguien la apuntalaba, como edificio en peligro; alguno lo levantaba, como en los frontones los buenos jugadores lo hacen con la pelota cuando va rebotando muy cerca del suelo, próxima ya a rodar solamente. Se desesper ó porque no podía abrir la ventana y estaba condenado a pasar así, envuelto en la gasa azul del humo, la noche entera. Y con el pensamiento suspir ó largamente, hondamente, ¡qué suplicio! Tras unos cuantos instantes que pas ó encerrado en una caja de cartón, lo desenvolvieron, lo desabrigaron del papel de china que se le enroscaba en el cuerpo, lo desnudaron a la vista de to...