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Agueda Agata - Paloma Díaz Mas

Para quienes lo hayan hecho alguna vez.  Era cinco de febrero y aquel día le daba la oportunidad de nombrarla muchas veces. Exhibiendo, por ejemplo, su erudición de aficionado al folklore que recuerda cómo, ese día, las mujeres se erigen en alcaldesas y toman el mando y el imperio de muchos pueblos y queman bausanes de paja que representan al hombre opresor y traidor como un judas.  Y cómo las madres lactantes se postran ante los altarcitos de la virgen de los senos cortados para ponerle una candela de rizada cera y pedirle buena leche. Y cómo los jóvenes varones, reunidos en círculo, fecundan la tierra con el golpe rítmico de sus recios báculos, mientras cantan en vieja lengua la historia de la muchacha martirizada.  Otras veces había sido la pequeña y sólida capilla de la plaza del Rey la que le había dado la oportunidad de nombrar el nombre de Agueda, latinizado en una construcción gótica por cada una de cuyas gráciles arquivoltas trepaban las sílabas del amado nomb...

Rincón de la Poesía: Himno a la mujer - Shakti Sangama Tantra

La Mujer es la creadora del universo, el Universo es su forma; la Mujer es el fundamento del mundo, ella es la forma verdadera del cuerpo. Cualquier forma que ella adopte, sea la forma de un hombre o de una mujer, es la forma superior. En la Mujer está la forma de todas las cosas, de todo lo que vive y se mueve en el mundo. No hay joya más rara que la Mujer, ni condición superior a la de la mujer. No existe, no ha existido y no existirá ningún destino igual al de una mujer; no hay ni reino, ni riqueza que pueda compararse a una mujer; no existe, no ha existido y no existirá ningún lugar más sagrado que una Mujer. No hay plegaria igual a una Mujer. No existe, no ha existido y no existirá ningún yoga comparable a una mujer, ni fórmula mágica ni ascetismo equiparable a una Mujer. No existe, no ha existido y no existirá ninguna riqueza más valiosa que una Mujer.

Sennin - Ryunosuke Akutagawa

 Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de sirviente, Gonsuké, pues él era, después de todo, un sirviente para cualquier trabajo.   Este hombre -que nosotros llamaremos Gonsuké- fue a una agencia de COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO, y dijo al empleado que estaba filmando su larga pipa de bambú:   - Por favor, señor Empleado, yo desearía ser un sennin.[1]¿Tendría usted la gentileza de buscar una familia que me enseñara el secreto de serlo, mientras trabajo como sirviente?   El empleado, atónito, quedó sin habla durante un rato, por el ambicioso pedido de su cliente.   - ¿No me oyó usted, señor Empleado? dijo Gonsuké-. Yo deseo ser un sennin. ¿Quisiera usted buscar una familia que me tome de sirviente y me revele el secreto?   - Lamentamos desilusionarlo -musitó el empleado, volviendo a fumar su olvidada pipa-, pero ni una sola vez en nuestra larga carrera comer...