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La pequeña doncella de Salem - Pauline Bradford Mackie

 El día que comienza nuestra historia, el devoto clérigo Cotton Mather estaba en Salem asistiendo al juicio de una anciana cuyo espectro se les había aparecido a varias personas y las había aterrorizado con amenazas horribles. Además, el pertiguero había declarado que la había visto «con forma de muerta» merodeando por el mismísimo púlpito de la parroquia. Cotton Mather escuchó con insólito placer su condena de muerte, pues consideraba aquel crimen en particular una traición deliberada al Señor. En cuanto salió del tribunal caluroso y polvoriento al aire fresco de la calle, donde lucía un sol radiante y un regusto salado anunciaba la proximidad del mar, sintió cómo un torrente de alegría inundaba su corazón, y rezó para sus adentros una oración pidiendo que Dios le ayudase a acabar con aquella feria, aquella nueva tierra de brujas, y así contemplar la iglesia de sus padres firmemente establecida. Dejó su caballo de momento donde estaba, atado a un poste en la puerta del centro ...

El monstruo y la doncella - Zelazny Roger

 Un gran desasosiego cundió entre la gente, pues había llegado otra vez el momento de la decisión. Los Mayores votaron por los candidatos y el sacrificio fue ratificado a pesar de las objeciones de Ryllik, el más viejo. —És un error capitular de esta manera —argumentó. Pero no le respondieron, y llevaron a la joven virgen a la gruta de los humos y le dieron las hojas del sopor. Ryllik miró con desaprobación. —No tendría que ser así —declaró—. Es un error. —Siempre ha sido así —dijeron los demás— en la primavera y el otoño de cada año. —Y miraron con preocupación hacia el sendero donde el sol vertía la mañana sobre el mundo. El dios ya viajaba por el frondoso bosque. —Es hora de partir —dijeron. —¿Alguna vez pensasteis en quedaros y ver qué hacía el dios monstruoso? —preguntó Ryllik con amargura. —¡Basta de blasfemias! ¡En marcha! Ryllik los siguió. —Cada año quedamos menos —dijo—. Un día no podremos ofrecer más sacrificios. —Ese día moriremos —dijeron los de...