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El devorador de calcio - Herbert W. Franke

Propiamente lo tendría que haber notado antes. Porque hasta donde alcanza mi memoria, siempre sentí el afán de ayudar a los demás. Pero no me di cuenta hasta la semana pasada. Y mis colegas lo ignoran todavía... Yo mismo lo descubrí al verme en una situación extraordinaria. Regresábamos de Psi 16 y habíamos hecho ya, sin novedad, dos terceras partes del viaje. Nadie pensaba en nada malo. ¿Qué es una de las cosas peores que le pueden ocurrir a un astronauta? Sin duda, un fallo en la renovación de aire. ¡Y justamente a nosotros tuvo que sucedernos! No había posibilidad de reparación, además. El catalizador de calcio pulverizado desaparecía. De hora en hora iba empequeñeciéndose ante nuestros ojos, sin que halláramos una explicación para ello. Sin calcio no es posible la reducción del dióxido de carbono, y a bordo no llevábamos repuesto. ¿Quién iba a contar con tan absurda avería? Nuestra provisión de oxígeno duraría, como mu­cho, tres días. Willy no se apartaba del termodetecto...

Los árboles parlantes - Juan-Jacobo Bajarlía

Hay árboles que hablan y hay árboles que formulan enigmas.  En mi cuaderno de apuntes tengo algunos ejemplos que probarían esta monstruosidad. Pierre Desvignes, canciller de Federico II (siglo XIII) acusado injustamente de traición, fue condenado a perder sus ojos. Sobrevivió al suplicio. Pero ya en la prisión, golpeó su cabeza contra los muros hasta quitarse la vida. Con éste hablará el Alighieri en un bosque cuyos árboles eran las estructuras de los que un día eligieron el suicidio.  Metamorfosis de los violentos contra sí mismos (Inf. 33/151). Los que creen que esto es una ficción, no han podido explicar por qué Charles Sorel en el siglo XVII habló con su hermano suicida dirigiéndose a un árbol tres días después del fallecimiento.  Este árbol le reveló el secreto del suicida y de la traición que acechaba al mismo Charles Sorel si no mataba en duelo a su propio padre, casado incestuosamente con su hermana, y de los cuales descendían ellos. El duelo se realizó. Pero Char...

Milagro - José Luis Zárate

       Dorian Gray presenció el terrible milagro. Él cambiaba día a día, convirtiéndose en un monstruo arrugado, con manchas hepáticas, dientes caídos, perdiendo todo el pelo y su retrato en la pared permanecía inalterable, feliz, siempre joven.

La casa de la pesadilla - Edward Lucas White

  La primera vez que vi la casa, fue desde la cima de un monte, luego de quitar algunas malezas y mirar a través del ancho valle a varios centenares de pies debajo mío, hacia el sol, que estaba hundiéndose tras las lejanas colinas azules. Desde ese punto de vista momentáneo, tenía un exagerado sentido de observación. Me parecía estar colgando sobre una maqueta de carreteras y campos, salpicado de granjas y sentía la decepción familiar de que casi podía arrojar una piedra sobre la casa. Lo que atrajo mi vista fue el pequeño camino en frente de la misma, entre la masa de verdes árboles y el huerto de la casa. Era perfectamente derecho, y estaba bordeado por una constante hilera de árboles, a través de la cual distinguí un sendero color ceniza y un bajo muro de piedra. Notoriamente, entre el huerto y dos de los árboles, había un objeto blanco, que parecía ser una piedra alta, un espigón vertical de caliza, de los varios que los campos de la región están regados. Vi con mucha c...

Ratas espaciales del CCC - Harry Harrison

Eso es, compadre, acerca un taburete, sí, ese mismo. Echa a Phrnnx en el suelo para que la duerma, hasta que se le pase. Ya sabes que los Krddls no aguantan la bebida, y mucho menos si beben flnnx, y encima fuman esa endemoniada hierba krmml. Bueno, deja que te sirva un trago de flnnx. Ay, siento haberte mojado la manga. Cuando se seque puedes rascarlo con un cuchillo. A tu salud y por que tus propulsores no te fallen cuando las hordas kpnnz te persigan. No, lo siento, pero nunca había oído tu nombre hasta ahora. Demasiados hombres buenos vienen y se van, y los mejores son los que mueren antes, por desgracia. ¿Yo? No, nunca has oído hablar de mí, tampoco. Llámame sencillamente Viejo Sarge, es un nombre tan bueno como otro cualquiera.  Hay hombres buenos, como te digo, y el mejor de todos ellos era... bueno, le llamaremos el Caballero Jax. También tenía otro nombre, pero hay una jovencita esperando en un planeta que podría nombrar, una jovencita que espera y contempla las estela...