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Un mensaje imperial - Franz Kafka

"El Emperador, tal va una parábola, os ha mandado, humilde sujeto, quien sois la insignificante sombra arrinconándose en la más recóndita distancia del sol imperial, un mensaje; el Emperador desde su lecho de muerte os ha mandado un mensaje para vos únicamente. Ha comandado al mensajero a arrodillarse junto a la cama, y ha susurrado el mensaje; ha puesto tanta importancia al mensaje, que ha ordenado al mensajero se lo repita en el oído. Luego, con un movimiento de cabeza, ha confirmado estar correcto. Sí, ante los congregados espectadores de su muerte —toda pared obstructora ha sido tumbada, y en las espaciosas y colosalmente altas escaleras están en un círculo los grandes príncipes del Imperio— ante todos ellos, él ha mandado su mensaje.  El mensajero inmediatamente embarca su viaje; un poderoso, infatigable hombre; ahora empujando con su brazo diestro, ahora con el siniestro, taja un camino a través de la multitud; si encuentra resistencia, apunta a su pecho, donde el símbolo de...

Rincón de la Poesía: Infinito - Sivela Tanit

La olas salvajes surcan mi cielo, la sal amarga quema mis labios, nunca he pecado y mi alma es virgen. Gritan mis manos                     la desesperación de la soledad, desgarran mis oídos desollados caminos. Mis ojos se han desecho en miles de laberintos,                    para al final, buscar,                                             la luz del infinito.

La distorción que vino de espacio - Francis Flagg

El meteoro cayó aquella noche detrás de la Montaña del Oso.   Jim Blake y yo lo vimos cruzar por el cielo. Era del tamaño de un pequeño globo y tenía una cola incandescente. Supimos que había caído a una distancia de pocos kilómetros de nuestro campamento, y luego vimos el opaco resplandor de un incendio que iluminaba el firmamento.  En la ladera opuesta de la Montaña del Oso el bosque es ralo, y los pocos árboles que hay son achaparrados y crecen en manchones separados por vastos claros de suelo árido y rocoso. El incendio no se extendió, y se consumió pronto. Sentados junto al fuego de nuestro campamento hablábamos sobre los meteoritos, esos ocasionales visitantes del espacio exterior que por lo general son pequeños y se consumen por el calor al entrar en la atmósfera de la Tierra.  Jim habló de uno enorme que había caído en el norte de Arizona antes de la llegada del hombre blanco; y de otro más reciente que cayó en Siberia. —Por fortuna —dijo— los meteoritos causan ...