Cenotafio - Francisco Ruíz Fernández
Tom Morris había pasado ya varias horas deambulando por el espeso bosque cuando accedió a reconocer que se había perdido. Le enfurecía pensar que tras tres años como jefe de Boy Scouts en su Virginia natal hubiera acabado perdiéndose en un miserable bosquecillo de Vermont. Pero así era: los agrietados troncos y el suelo alfombrado de crujientes agujas conformaban un decorado monótono que sólo servía para desorientarle más aun; además todavía no había visto ninguna de las señales que había ido marcando en los troncos. Casi parecía como si los árboles, en cuando se daba la vuelta y se alejaba unos metros, las borraran de sus cortezas. ¡Si no hubiera perseguido como un crío a esa maldita ardilla! En el liviano aire de la sierra se podía oler la pronta llegada de la nieve como una intangible y gélida hoja que laceraba el rostro de Tom arrancándole el rubor: el verano había terminado, y el frío empezaba a hacer acto de presencia. Una ráfaga de viento cargado con aroma a resina acaric...