Abejas - Dezohara Bollstadt

 Hace mucho tiempo tuve un día que he nombrado “De abejas” recuerdo trabajar en mi estudio, mientras me concentraba en mis clases on-line, escuchaba un zumbido en la ventana, no le presté atención, pensé que una mosca grande se había metido a la habitación y se golpeaba contra el vidrio.

Por supuesto que se me hizo extraño que ninguno de mis tres gatos estuviera tratando de cazarla, siempre lo hacen, cualquier bicho, hormiga, araña, mosca, etc., siempre están al acecho.

Mucho rato después vi de reojo que la "mosca" pasaba cerca de mi cabeza, la miré de fijo cuando se atravesó frente a la pantalla de la computadora y no vi una mosca, sino una abeja volando sobre mí, me sorprendió un poco, pensé en abrir completo el vidrio de la ventana para que solita se saliera, sin embargo, vuelvo la cara a la ventana y hay como diez abejas ¡por dentro!

Fue el mayor susto de mi vida, sé manejar una abeja, ni caso hago, pero cuando vi que eran un puñado, me asusté.

Lo primero que hice fue agarrar a Orión, mi gato que dormía plácidamente sobre mi teclado y lo encerré en mi cuarto. Luego realicé una llamada de pánico a mi esposo para que me tranquilizara. Él me dio consejos precisos.

Abrí casi todas las ventanas de la casa,  cerré la del estudio para que no se siguieran metiendo abejas, por fortuna sólo me quedé atrapada con tres. Eso fue un alivio, por fortuna una de ellas se salió solita por otra ventana próxima y las otras dos las tuve que, pacientemente, esperar a que se quedaran quietas y atraparlas en un envase. Las pude sacar por la ventana del baño...

Me asusté, no soy alérgica a ellas, pero prefiero mantener un respetuoso espacio entre ellas y yo.

Ahora sé que les llamó la atención el aroma de una dulce vela de uva.

Jamás volveré a prenderla durante el día.

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