Infancia - Dezohara Bollstadt

 Siendo adulto uno tiene en su memoria muchos recuerdos y eventos que marcaron su infancia. Una de las primeras remembranzas son los juegos y los amigos, las aventuras y las travesuras. Siempre se queda en la memoria aquello que nos divertía y que sabemos, ahora de adultos, no regresarán.
A veces, como padres, deseamos que nuestros hijos tengan una infancia más feliz que la nuestra y que se diviertan tanto como nosotros con las cosas que nos gustaban, pero como gente mayor, observamos que los niños son diferentes, porque han nacido bajo otras circunstancias familiares, económicas y sociopolíticas que influyen en su precepción del mundo.
Yo disfrutaba mucho mojarme bajo el menor pretexto, a veces hasta cuando mamá regaba las plantas. También me gustaba mucho disfrazarme de héroe, mi favorito era el personaje de “El zorro”, me fascinaba usar una capa roja de estambre de mi mamá y  saltaba por la cama y los muebles, usando un práctico látigo imaginario y mis puños para vencer a los malos.  
Sobre eventos en mi infancia que marcaron parte de mi personalidad, uno de ellos es cuando una de mis hermanas me contaba cuentos; en ese entonces yo creía que ella los había inventado, años después, descubrí esas historias en mis libros de texto de primaria; el que me encanta rememorar es la historia de una niña que tenía un ojo en el dedo y mi hermana hacía la pantomima con él, otro de los cuentos es “La Plapla”, en ese ella abrió un libro y me platicó de la letra que bailaba por todas las páginas. Estoy segura que por ella y la forma en que me las narraba  comencé a amar la lectura.
Rememorar la infancia, siempre lleva a la nostalgia, a veces es posible repetir esas aventuras cuando se tienen niños pequeños, hijos o sobrinos, pero no es lo mismo, porque ellos, a su vez, tienen también sus propios héroes y aventuras, es entonces que sólo nos queda ser testigos participantes y no los protagonistas.
Cada persona en el mundo tiene guardada su infancia, de la manera que la haya vivido, eso lo ha marcado para ser el adulto de hoy.  A veces escucho la frase “todos tenemos un niño en nuestro interior”, yo no tengo conocidos que sean ejemplo del esa frase, por eso para mí eso es una falacia, la vida real, la cotidianidad va aniquilando la inocencia y la diversión infantil.
Sin embargo, he logrado conservar algo de mi niñez: la capacidad de asombro. Procuro con todo mi corazón conservar esa emoción y atesorarla, porque pienso que es una parte valiosa que me ayuda a seguir resistiendo la cruel realidad de cada día.

Siempre considero que la infancia, de la manera que se haya vivido, marca al adulto que vive hoy.

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