Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Tario

La noche de Margaret Rose - Francisco Tario

Decía la carta, escrita poco menos que ilegiblemente:   "X. X. Esq., 91 Cromwell Road . Londres S. W. 7. Margaret Rose Lane, inglesa, de 28 años, casada con un multimillonario yanqui, lo invita a usted muy íntimamente a jugar al ajedrez el sábado en la noche."   Y al pie, con caracteres de imprenta, aparecía una serie de indicaciones muy minuciosas referentes a la situación exacta de la finca, sobre la ruta de Brighton, a unos veinticinco kilómetros de la costa.   Margaret Rose Lane, en mis borrosos recuerdos, se reducía exclusivamente a esto: a una chiquilla muy pálida, etérea, vestida de verde y que jugaba al ajedrez admirablemente. Escarbando en la memoria, logré, no obstante, reconstruir más tarde determinados pormenores. Nos conocimos en Roma —no acierto a precisar con ocasión de qué sencillo incidente— en la iglesia de San Sebastián, momentos antes de descender a las catacumbas. La acompañaba, creo, una institutriz francesa, présbita o algo por...

La noche del muñeco - Francisco Tario

  Me hubiera gustado ser asesino, cirquero o soldado, y soy, en cambio, un grotesco muñeco de trapo: lívido, enclenque, sin ninguna belleza. Tengo dos ojos pasmados e insulsos, demasiado redondos; dos orejas monstruosas y blandas que me llenan de vergüenza; una nariz chata, con dos orificios absurdos por donde meterán sus deditos los niños en cuanto caiga en manos de ellos. Tengo una boca ancha, sin dientes, que se prolonga hacia abajo en un rictus de amargura; mi cara es deforme, antipática y blanca como la luna; mis piernecitas y brazos penden del tronco sin ninguna gracia, con sus dedotes tan pésimamente imitados que a todos producen risa... Nadie me mira. Nadie me compra. Desde mi solitario ataúd de cartón veo desfilar por las aceras rostros de niñas y niños que se trastornan de gozo ante cualquier chuchería: una aldeana panzona, una pistola de agua, un camello con su botín, un carro de bomberos. Los veo saltar y chillar con sus piernecitas rosadas y sus vocecitas tan fresc...