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Mostrando las entradas etiquetadas como muchacha

De guardia - Dennis Etchison

—Léalo ahora —proclamaba el vendedor de periódicos ciego—, ¡Muchos están muriendo y muchos están muertos! Wintner redujo la marcha y giró en la esquina, intentando hallar un hueco. Pasó junto a una tienda de fotos, una tintorería y lavandería, una papelería, un aparcamiento a varios niveles que ocupaba la mitad de la manzana y, en la siguiente esquina, la parada de la floristería.  Sintió una momentánea desilusión al comprobar que desde su carril no podía ver siquiera un atisbo de la joven que trabajaba allí; la mayor parte de los días la veía en su trayecto de vuelta desde la autopista, su rostro evolucionando entre las flores, y la alegría de la visión, su precisión, parecían acortar la distancia de su camino y hacían su carga algo más fácil de soportar. De todos modos, era sábado, recordó. Debía seguir adelante. Tendría que dar otra vuelta. Podía, por supuesto, encontrar fácilmente aparcamiento en la estructura municipal, pero a Laurie nunca le había gustado tener que cami...

Aqueronte - José Emilio Pacheco

Son las cinco de la tarde, la lluvia ha cesado, bajo la húmeda luz el domingo parece vacío. La muchacha entra en el café. La observan dos parejas de edad madura, un padre con cuatro niños pequeños.  A una velocidad que demuestra su timidez, atraviesa el salón, toma asiento a una mesa en el extremo izquierdo. Por un instante se aprecia nada más la silueta a contraluz del brillo solar en los ventanales.  Cuando se acerca el mesero la muchacha pide una limonada, saca un cuaderno y se pone a escribir algo en sus páginas. No lo haría si esperara a alguien que en cualquier momento puede llegar a interrumpirla. La música de fondo está a bajo volumen. De momento no hay conversaciones. El mesero sirve la limonada, ella da las gracias, echa azúcar en el vaso alargado y la disuelve con una cucharilla de peltre. Prueba el líquido agridulce, vuelve a concentrarse en lo que escribe con un bolígrafo de tinta roja. ¿Un diario, una carta, una tarea escolar, un poema, un cuento? Imposible saber...

La isla de Proteo - Stanley G. Weinbaum

  El atezado maorí que ocupaba la proa de la embarcación escrutaba la isla Austin, a la que se iban acercando poco a poco. Hubo un momento en que torció la cabeza para clavar sus ansiosas miradas en Carver. —¡Tabú! —exclamó—. ¡Tabú! ¡Aussitan tabú! Carver lo miró sin cambiar de expresión. Dirigió la vista hacia la isla. Con un aire de sombrío malhumor, el maorí volvió a empuñar su remo. El segundo polinesio lanzó al zoólogo una mirada implorante. —Tabú —dijo—. ¡Aussitan tabú! El hombre blanco lo miró brevemente, pero no dijo nada. Los indígenas humillaron la cabeza y doblaron el espinazo en prosecución de su tarea. Pero mientras Carver atisbaba la costa hubo un mudo y significativo cambio de miradas entre los nativos. El prao que hasta entonces se había deslizado vivamente sobre las verdes olas hacia la isla orlada de espuma, empezó a remolonear como si temiera acercarse. La mandíbula de Carver se endureció. —¡Rema bien, Malloa, estúpido!   ¡Rema bien! Miró de nu...