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La casa de salud - Ellery Queen

     No había nada en la apariencia de la hermosa mansión colonial, que durante cien años había sido el orgullo de los habitantes de Spuyten Duyvil, que sugiriese la tragedia que pronto iba a desarrollarse entre sus muros. Al contrario, su ancha galería, desde la que se alzaban cuatro altas columnas que llegaban hasta el segundo piso para sostener el tejado, el césped bien cortado que había ante ella, los dos altaneros robles que encuadraban la fachada, de un blanco brillante bajo el sol de julio, todo hablaba de dignidad, reposo y seguridad.       De hecho, había un aire de indiferencia en la mansión, erguida en lo alto de la larga ladera verde, que miraba serenamente hacia el suroeste por encima de los jardines que la circundaban, los claros, los bosques; y más allá, al otro lado del ancho Hudson, las Palisades. Un anacronismo, sin embargo, rompía la belleza silenciosa de la casa y el terreno.      De norte a sur, a lo largo de los...

La casa de la pesadilla - Edward Lucas White

  La primera vez que vi la casa, fue desde la cima de un monte, luego de quitar algunas malezas y mirar a través del ancho valle a varios centenares de pies debajo mío, hacia el sol, que estaba hundiéndose tras las lejanas colinas azules. Desde ese punto de vista momentáneo, tenía un exagerado sentido de observación. Me parecía estar colgando sobre una maqueta de carreteras y campos, salpicado de granjas y sentía la decepción familiar de que casi podía arrojar una piedra sobre la casa. Lo que atrajo mi vista fue el pequeño camino en frente de la misma, entre la masa de verdes árboles y el huerto de la casa. Era perfectamente derecho, y estaba bordeado por una constante hilera de árboles, a través de la cual distinguí un sendero color ceniza y un bajo muro de piedra. Notoriamente, entre el huerto y dos de los árboles, había un objeto blanco, que parecía ser una piedra alta, un espigón vertical de caliza, de los varios que los campos de la región están regados. Vi con mucha c...

El pabellón del descanso - Amparo Dávila

Por más que lo intentaba no podía dejar de pensar que todo había comenzado, o se había desencadenado, con la visita de la Nena y de Billy. Angelina se había esforzado demasiado en tener la casa impecable, y todo correctamente organizado para impresionar bien al cuñado norteamericano y que él tuviera la mejor opinión de la familia de su mujer y de su casa.  Cosas como estas son muy importantes al principio del matrimonio, y más si se toma en cuenta que Billy pertenecía, según la Nena le había platicado en sus cartas, a una familia muy distinguida, conservadora y en extremo escrupulosa, que había puesto varias objeciones al matrimonio de Billy y de la Nena, por no saber — ¡claro está!— de qué origen era la Nena, pero que finalmente había tenido que dar su consentimiento.  Ni Angelina ni su tía pudieron asistir a la boda por encontrarse la señora muy delicada de salud en esos días, y ella no se había hecho el ánimo de dejarla enferma y sola.  La Nena se había casado a fines ...