Boxeador - Carlos Wynter Melo
No sabemos si Martínez es mala persona. Tampoco podríamos decir que es un alma de Dios. Ausente, si alguna palabra lo define es esa: ausente. Y nadie conoce sus emociones ni entiende por qué es feliz con una vida tan simple, de figuras de sombra y boxeo. Martínez no conocía a Orlando el Nica Mojica; no, señor. Habrán intercambiado saludos alguna vez, no más que eso. No tenían por qué odiarse, como han insinuado algunos periódicos. La Sombra Martínez -le he dicho a los reporteros- es incapaz de odiar a alguien. Hay quien pudiera, viendo la apariencia distraída de Martínez, pensar que es tonto. Tampoco es el caso. No se le puede llamar tonto a quien proyecta figuras en la pared con semejante maestría. Si se me pregunta, les diré que Martínez es sencillamente un libro en blanco. Nada más y nada menos. Y nadie sabe al instante siguiente qué aparecerá en sus páginas. El tipo vive tras sus ojos y, en el momento justo, ¡zas!, sale a la superficie. Entonces es un genio; como cuand...
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