Joe descubrió la tienda por casualidad durante uno de sus paseos a la hora del almuerzo. Estaba apretujada entre una fábrica en ruinas y un vacío almacén en una pequeña callejuela. Si le preguntan el lugar exacto, Joe será incapaz de contestar, aunque él sabe que se hallaba cerca de las cocheras de tranvías. No era lo que se llama propiamente una tienda, dice Joe; no había escaparate, no había nada, en realidad no era más que una barraca. En fin, Joe se detiene al llegar a la tienda y atisba el interior. No consigue ver gran cosa porque el sol brilla bastante ese día, y el interior está oscuro, pero vislumbra un letrero en una mesa, cerca de la puerta, que tiene escrita la palabra CHATARRA. Joe, como es sabido, es aficionado a husmear en tiendas de chatarra y similares, y entra. Todavía no puede ver nada, deslumbrado como está por el sol, pero el lugar huele mal. El ambiente es caluroso y húmedo, tiene un sabor «metálico» (si le preguntan a Joe qué pretende decir con eso, él supondrá q...