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Mostrando las entradas etiquetadas como Howard

Mi dulce Jo - Howard Waldrop

  Su nombre, de acuerdo con el certificado de nacimiento, era Edward Smith. La «señora Smith» lo había abandonado en el hospital, al partir con destino desconocido. Fue criado en el Hogar Sylacauga, situado en la calle 12 de Birmingham, Alabama. El niño era precoz; de otro modo, nadie habría reparado en él. Los psicólogos se inclinaban a pensar que tanto su padre como su madre habían tenido un cociente intelectual de genios. Seguramente no había sacado su inteligencia del mostrador de un café de camioneros. No se sabía que era lo que había impulsado a la «señora Smith» a abandonar a su hijo recién nacido en la sala de maternidad de un gran hospital metropolitano. Baste decir que, a los veintisiete años, Edward NMI Smith fue nombrado director de información pública de la Administración de los Servicios de Ciencias del Espacio. Era el hombre más joven y más brillante que había llegado a ocupar un puesto tan importante en el gobierno. En esa época estaba infelizmente casado y er...

Aire Frío - H.P. Lovecraft

Me pides que explique por qué siento miedo de la corriente de aire frío; por qué tiemblo más que otros cuando entro en un cuarto frío, y parezco asqueado y repelido cuando el escalofrío del atardecer avanza a través de un suave día otoñal.  Están aquellos que dicen que reacciono al frío como otros lo hacen al mal olor, y soy el último en negar esta impresión. Lo que haré está relacionado con el más horrible hecho con que nunca me encontré, y dejo a tu juicio si ésta es o no una explicación congruente de mi peculiaridad. Es un error imaginar que ese horror está inseparablemente asociado a la oscuridad, el silencio, y la soledad. Me encontré en el resplandor de media tarde, en el estrépito de la metrópolis, y en medio de un destartalado y vulgar albergue con una patrona prosaica y dos hombres fornidos a mi lado.  En la primavera de 1923 había adquirido un almacén de trabajo lúgubre y desaprovechado en la ciudad de Nueva York; y siendo incapaz de pagar un alquiler nada consider...

Cráneos en las estrellas - Robert E. Howard

 I Dos son los caminos que llevan a Torkertown. El uno, que es la ruta más corta y directa, atraviesa un páramo alto y baldío, y el otro, que es mucho más largo, serpentea entre los cerros y cenagales de los pantanos, bordeando las bajas colinas rumbo al este. Esta última era una carretera peligrosa y aburrida y, por eso, Solomon Kane se quedó asombrado cuando un muchacho del pueblo que acababa de abandonar le dio alcance y, sin aliento, le imploró que, por el amor de Dios, cogiese el camino de los pantanos. —¡El camino de los pantanos! —Kane se quedó contemplando al chico. Un hombre alto y enjuto, ése era Solomon Kane, de rostro pálido y sepulcral, y ojos meditabundos que resultaban aún más sombríos merced a su austero atuendo de puritano. —Sí, señor; es, de lejos, el más seguro —fue la respuesta que el muchachuelo dio a su sorprendida exclamación. —Entonces, el mismísimo Satanás debe de acechar en el camino del páramo, porque tus paisanos me instaron a no atravesar el...