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El Visitante del Cementerio - J. Vernon Shea

  Los que iban a visitarle por primera vez siempre tenían dificultad en localizar las señas de Elmer Harrod, pues aunque su calle estaba a escasa distancia de una de las grandes arterias de la ciudad, un grupo de abetos obstruía parcialmente la entrada. Un gran cartel, CALLE SIN SALIDA, desalentaba, además, a entrar, aparentemente contrarrestado por una pequeña flecha que temblaba al viento, con esta leyenda: CEMENTERIO VIEJO DE DETHSHILL. A pesar de la señal indicadora, no habla acceso para coches ni peatones, ni tampoco casa para un vigilante. Uno tenía que saltar por encima de una pequeña cerca de piedra, ya que ésta era la parte posterior del cementerio. El cementerio propiamente dicho hacía tiempo que no se utilizaba por estar ocupado todo el terreno. El último entierro había tenido lugar hacía más de cincuenta años. Las autoridades de la ciudad se ocupaban poco de la conservación de este cementerio. Hacía doce años habían tratado de abrir una calle por allí, pero el proye...

El hombre que amó a una Faioli - Roger Zelazny

       Ésta es la historia de John Auden y la faioli, que nadie conoce mejor que yo. Escúchenla... Sucedió una noche, cuando él estaba paseando (pues no  había motivos para no pasear) por sus sitios favoritos de todo el mundo, cuando vio a la faioli, cerca del Cañón de la Muerte, sentada sobre una roca, mientras que sus alas de luz revoloteaban, revoloteaban, revoloteaban hasta desvanecerse, apareciendo entonces sentada allí una muchacha humana, vestida completamente de blanco y llorando, con largas trenzas negras enrolladas a la cintura. Se aproximó a ella ante la cegadora luz que despedía el moribundo sol, cuando los ojos humanos no podían distinguir distancias ni calcular perspectivas adecuadamente (pero los suyos sí), y apoyando su mano derecha en el hombro de ella y la dijo unas palabras de salutación y consuelo. Fue, sin embargo, como si él no existiera. Continuó su llanto, regando de plata sus mejillas de color de nieve o de hueso. Sus ojos almendra...