El Distante Rumor de los Motores - Algis Budrys
—¿Len? ¿Lenny? El hombre de la cama vecina trataba de despertarme. Yo descansaba en la oscuridad, con las manos cruzadas bajo la cabeza, escuchando el ruido del tránsito que pasaba frente al hospital. Aun a altas horas de la noche (y siempre era tarde cuando el hombre de la cama vecina se atrevía a hablarme), el tránsito exterior era bastante intenso, ya que la ruta atravesaba la ciudad. Esto había sido una suerte para mí, pues el practicante de la ambulancia no había conseguido parar en ningún momento el río de sangre que me brotaba de las piernas. Si hubiésemos tenido que viajar un kilómetro más, dos minutos más, me habría quedado seco como la piel de una víbora. Pero ahora me sentía bien, relativamente: salí del choque con dos piernas menos, que se llevó el otro camión. Estaba vivo y durante la noche podía escuchar los camiones que pasaban: los larguísimos acoplados, los semirremolques, los tándems, los petroleros... Venían de la costa, de Charleston y Norfolk, iban a Nueva Yo...