Dormir, acaso soñar - Mel Washburn
La cena había sido sencillamente horrible —el asado carbonizado, la verdura recocida—, y Oliver Evans no se había comportado de forma demasiado amable. Después de cada uno de aquellos platos incomibles se había mofado de los esfuerzos culinarios de su esposa confiándoles a los dos invitados que ella nunca había sido capaz de cocinar nada que valiese la pena. —Será mejor que vuelvas a poner esto en la olla otro rato, Mary comentó mientras sostenía en lo alto una zanahoria lacia y amarilla—. Me parece que todavía está un poco viva. —Y les hacía un guiño sin disimular a los invitados. —Ji, ji, ji —cacareaba el pequeño profesor—. Yo no dirría «un poco viva», ¿eh? O uno está vivo o no lo está. Ji, ji. ¿No estoy en lo cierrto, doctorr? Victor Marx sonrió cortésmente, pero no dijo nada. La vida y la muerte eran los temas de los que habitualmente se ocupaba de forma profesional. No le gustaba nada hacer bromas sobre eso mientras cenaba. Mary Evans se ruborizó. —Me parece que la cena ...