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Mostrando las entradas etiquetadas como religión

La luna y el bastón - Zoé Valdés

No es nada fácil ser nieto de unos abuelos imposibles. Sobre todo conociendo que a los abuelos les da la chochería de la vejez con cogerles un amor irracional a los hijos de sus hijos. Como si a través de ellos pudieran alargar su existencia; afanados en aferrarse a la vida sé encaprichan en los chicos con una veneración rayana en la demencia.  Pepe Babalú había sido criado por los padres de sus padres. Es decir por el negro Dupont y la gallega Clemencia. Las primeras palabras que escuchó Pepe Babalú, en realidad, fue una discusión muy acalorada, a grito pelado. Apenas había transcurrido una hora de su nacimiento. Clemencia deseaba bautizarlo con el nombre de José, y Dupont se negaba contrariado justificando su negativa con el hecho de que ya él había escogido el nombre de Babalú, en honor de su santo Babalú Ayé, al cual él había prometido que si su nieto nacía varón, como era el caso, pues le pondría tal nombre. -¿Y por qué no Lázaro? -preguntó Clemencia con los brazos en jarra ...

Nuestra Señora de las Golondrinas - Marguerite Yourcenar

El monje Therapion había sido en su juventud el discípulo más fiel del gran Atanasio; era brusco, austero, dulce tan sólo con las criaturas en quienes no sospechaba la presencia de los demonios. En Egipto había resucitado y evangelizado a las momias; en Bizancio había confesado a los Emperadores: había venido a Grecia obedeciendo a un sueño, con la intención de exorcizar a aquella tierra aún sometida a los sortilegios de Pan.  Se encendía de odio cuando veía los árboles sagrados donde los campesinos, cuando enferman de fiebre, cuelgan unos trapos encargados de temblar en su lugar al menor soplo de viento de la noche; se indignaba al ver los falos erigidos en los campos para obligar al suelo a producir buenas cosechas, y los dioses de arcilla escondidos en el hueco de los muros y en la concavidad de los manantiales.  Se había construido con sus propias manos una estrecha cabaña a orillas del Cefiso, poniendo gran cuidado en no emplear más que materiales bendecidos.  Los ca...

La suprema abominación - Clark Ashton Smith

       Mi nombre es Eibon, hijo de Milaab, el hijo de Uori. Nací en la ciudad de Iqqua, en el trigésimo cuarto año del reinado del rey Xactura, monarca al que mi padre sirvió como encargado de los archivos tal como su padre lo había sido antes de él. A su vez, este cargo tendría que haber recaído en mí; pero los hados inescrutables decretaron otra cosa, y la fortuna de nuestra casa decayó; y mi desventurado padre fue conducido al solitario exilio y a una prematura muerte por el maleficio de los fanáticos e inquisitoriales sacerdotes que servían a la diosa Yhoundeh. La autoridad temporal de esta jerarquía había ido aumentando en Iqqua, debido a que el rey, vuelto decrépito y senil por el paso de los años, había caído bajo la influencia del archipontífice, cuya elocuente oratoria había logrado que el envejecido monarca desatara una persecución contra todos aquellos considerados como heréticos. Mi padre había incurrido en la ira de este sumo sacerdote a causa de sus i...

Zombi Blanco - Vivian Meik

  Geoffrey Aylett, comisionado en funciones del distrito de Nswadzi, estaba asustado. En sus veinte años en África nunca antes había experimentado la sensación de encontrarse tan definitivamente desconcertado. Sentía como si algo estuviera apretándose contra él, algo que no podía ver ni localizar, y, no obstante, algo que parecía envolverle y que de una manera inexplicable amenazaba con asfixiarlo. Últimamente había empezado a despertarse de repente durante la noche, esforzándose por respirar y casi abrumado por una sensación de náusea.  Una vez que ésta desaparecía, aún permanecía el extraño rastro de un olor horrible e innominado, un olor que tenía fuertes reminiscencias con las consecuencias de las primeras batallas de la campaña de Mesopotamia. Aquellos habían sido días de espantosas enfermedades, cuando el cólera y la disentería, las insolaciones, la fiebre tifoidea y la gangrena habían campado incontroladas; donde cientos quedaron en el sitio en que cayeron; cuando, pres...