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Dios, Tu y Yo… - Jean Ray

Después de más de veinte años de ausencia, regresé a Weston, mi pequeña ciudad natal, que había abandonado cargado de oprobio y pobre como una rata. Mi vuelta no estaba dictada por ninguna llamada de campanario ni por el deseo de reconciliarme con el pasado. Veinte años de filibusteo provechoso por los siete mares habían hecho del pobretón que yo fui todo un nabad. Mi viejo barco de carga, el Fulmar, fue a dormir en una dársena del fondo de un puerto, y mis cuentas corrientes en los bancos de Kingston, Singapoore y Alejandría fueron transferidas al Midland-Bank, de Weston. Bajé del tren a la hora en que el horizonte enrojecido se nublaba, y apenas hube franqueado la explanada cuando un individuo salió de la penumbra, sombrero en mano. —Notario Mudgett… ¡Su notario, capitán! He recibido sus órdenes de Colombo y he podido hacer, en su nombre, la adquisición de un inmueble que, espero, responderá a sus deseos. ¡Qué feliz casualidad encontrarle a usted en el preciso momento que da sus prim...

Desde allá - Emilia Pardo Bazán

Don Javier de Campusano iba acercándose a la muerte, y la veía llegar sin temor, arrepentido de sus culpas; confiaba en la misericordia de aquel que murió por tenerla de todos los hombres.  Sólo una inquietud lo acuciaba algunas noches de esas en que el insomnio fatiga a los viejos. Pensaba que, faltando él, entre sus dos hijos y únicos herederos nacerían disensiones, acerbas pugnas y litigios por cuestión de hacienda.  Era don Javier muy acaudalado propietario, muy pudiente señor; pero no ignoraba que las batallas más reñidas por dinero las traban siempre los ricos.  Ciertos amarguísimos recuerdos de la juventud contribuían a acrecentar sus aprensiones. Acordábase de haber pleiteado largo tiempo con su hermano mayor; pleito intrincado, encarnízado, interminable, que empezó entibiando el cariño fraternal y acabó por convertirlo en odio sangriento.  El pecado de desear a su hermano toda especie de males, de haber injuriado y difamado, y hasta, ¡tremenda memoria!, de h...

Un fantasma tropical - Carlos Fuentes

Les contó que en el pueblo donde vivía junto al mar había muy poca gente rica y una de ellas, fabulosamente pudiente, según decía el rumor, era una mujer muy anciana que ya no salía nunca y que, según todos los chismes de las mujeres del pueblo, guardaba tesoros incalculables y joyas finísimas en rincones secretos de su casa blanca, enjalbegada, de dos pisos, con columnas resistentes a las mordidas del mar...  Como nadie la veía desde hacía diez años, la gente empezó a darla por muerta. Y como nadie reclamaba su herencia, todos decidieron que el cuento de las joyas era perfectamente fantástico, que la señora sólo tenía bisutería. Y como la casa iba viniendo a menos, escarapeladas las columnas, llenos de goteras los porches y vencidas e inválidas las mecedoras traídas de la Nueva Orleans el siglo pasado, cuando eran la gran novedad gringa, el status symbol de los años 1860, cuando el auge de quién sabe qué, estaba claro que a nadie le interesaba reclamar ninguna herencia, si es...

Amanecer - Robert Bloch

En el cielo silbaron las cabezas de torpedo cargadas con explosivos, y el fragor de su paso hizo temblar la montaña. En las profundidades de su abovedado santuario, el hombre permanecía sentado, deifico e inescrutable, enterado de todo lo que estaba sucediendo. No tenía necesidad de salir desde su refugio para contemplar el cielo. Sabía lo que estaba sucediendo: lo supo desde aquella noche en que el Sol parpadeó y se apagó. Un anunciante, embutido en la bata blanca símbolo de las artes curativas, estaba emitiendo un importante mensaje acerca del laxante más popular del mundo: el que la mayoría de la gente prefería, el que cuatro de cada cinco médicos usaban personalmente. En medio de su elogio de aquel nuevo y sorprendente descubrimiento, hizo una pausa para advertir al auditorio que se dispusiera a escuchar un boletín especial. Pero el boletín no llegó; un momento después, la pantalla ennegreció y rugió el trueno. Durante toda la noche, la montaña tembló, y el hombre sentado tembló ta...