La mano derecha de la maldición - Robert E. Howard
—¡Y al alba le colgarán! ¡Jo, jo! Quien así hablaba se palmeó sonoramente el muslo, al tiempo que lanzaba carcajadas con voz espesa y chillona. Lanzó una ojeada jactanciosa a sus oyentes, y echó un trago del vino que tenía a mano. El fuego saltaba y oscilaba en el hogar de la sala y nadie le respondió. —¡Roger Simeon, el nigromante! —se burló esa voz chillona—. ¡Adepto de las artes diabólicas y practicante de magia negra! A fe mía que todo su necio poder no le pudo salvar cuando los soldados del rey rodearon su caverna y le apresaron. Huyó cuando la gente comenzó a lanzar adoquines contra sus ventanas, y creyó que podía ocultarse y huir a Francia. ¡Jo, jo! Su escapatoria va a estar al extremo de una soga. Esto es lo que yo llamo un día bien aprovechado. Echó una bolsita sobre la mesa, haciendo que tintineara musicalmente. —¡El precio de la vida de un hechicero! —se jactó—. ¿Y vos qué decís, mi áspero amigo? Esto último se lo decía a un hombre alto y callado que se sentab...