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Mostrando las entradas etiquetadas como Asimov

Cómo Ocurrió - Isaac Asimov

Mi hermano empezó a dictar en su mejor estilo oratorio, ese que hace que las tribus se queden aleladas ante sus palabras. -En el principio -dijo-, exactamente hace quince mil doscientos millones de años, hubo una gran explosión, y el universo... Pero yo había dejado de escribir. -¿Hace quince mil doscientos millones de años? -pregunté, incrédulo. -Exactamente -dijo-. Estoy inspirado. -No pongo en duda tu inspiración -aseguré.  (Era mejor que no lo hiciera. Él es tres años más joven que yo, pero jamás he intentado poner en duda su inspiración. Nadie más lo hace tampoco, o de otro modo las cosas se ponen feas.) -Pero ¿vas a contar la historia de la Creación a lo largo de un período de más de quince mil millones de años? -Tengo que hacerlo. Ese es el tiempo que llevó. Lo tengo todo aquí dentro -dijo, palmeándose la frente-, y procede de la más alta autoridad. Para entonces yo había dejado el estilo sobre la mesa. -¿Sabes cuál es el precio del papiro? -dije. -¿Qué? (Puede que esté insp...

Acerca de la nada - Isaac Asimov

Toda la Tierra aguardaba a que el pequeño agujero negro la arrastrara hasta su fin. Había sido descubierto por el profesor Jerome Hieronymus a través del telescopio lunar en 2125, y a todas luces iba a acercarse lo suficiente como para crear una marea de destrucción total. Toda la Tierra hizo testamento, y la gente lloró, los unos en los hombros de los otros, diciéndose «Adiós, adiós, adiós». Los maridos dijeron adiós a sus mujeres, los hermanos dijeron adiós a sus hermanas, los padres dijeron adiós a sus hijos, los amos dijeron adiós a sus animalitos de compañía, y los amantes se susurraron adiós al oído. Sin embargo, a medida que el agujero negro se acercaba, Hieronymus notó que no había efecto gravitatorio. Lo estudió más atentamente y anunció, con una risita, que después de todo no se trataba en absoluto de un agujero negro. - No es nada -dijo-. Simplemente un asteroide vulgar al que alguien pintó de negro. Fue muerto por una multitud enfurecida, pero no por eso. Fue muerto tan sól...

Fuego infernal - Isaac Asimov

Hubo la agitación correspondiente a un muy cortés auditorio de primera noche. Sólo asistió un puñado de científicos, un escaso número de altos cargos, algunos congresistas y unos cuantos periodistas. Alvin Horner, perteneciente a la delegación de Washington de la Continental Press, se hallaba próximo a Joseph Vincenzo, de Los Álamos. -Ahora nos enteraremos de algo -comentó. Vincenzo le miró a través de sus gafas bifocales y dijo: -No de lo importante. Horner frunció el entrecejo. Iban a proyectar la primera película a cámara superlenta de una explosión atómica. Mediante el empleo de lentes especiales, que cambiaban en ondulaciones la polarización direccional, el momento de la explosión se dividiría en instantáneas de mil millonésimas de segundo. Ayer, había explotado una bomba A. Y hoy, aquellas instantáneas mostrarían la explosión con increíble detalle. -¿Cree que producirá efecto? -preguntó Horner. -Sí que surtirá efecto -repuso Vincenzo con aspecto atormentado-. Hemos hecho prueb...