La maldición del rubí - Philip Pullman
La tarde siguiente, Frederick acompañó a Sally al East End. El año anterior había ayudado a su tío en un proyecto, y juntos habían fotografiado escenas de la vida londinense con una lámpara de magnesio experimental. La iluminación no había funcionado tan bien como esperaban, pero Frederick había hecho numerosas amistades durante el proyecto, entre las que estaba la propietaria de un fumadero de opio, en Limehouse: una mujer llamada Madame Chang. –La mayoría de estos lugares son deplorables –dijo Frederick mientras se sentaban en el autobús–. Una tabla para tumbarse, una manta mugrienta y una pipa, y nada más. Aunque Madame Chang cuida a sus clientes y mantiene el lugar limpio. Creo que es porque ella no se droga. –¿Siempre son chinos? ¿Por qué el Gobierno no los detiene? –Porque el Gobierno también está implicado en la producción de opio; lo vende y saca pingües beneficios. –¡No puede ser! ~¿No sabes nada de historia? –Pues... no. –Luchamos en una guerra con...