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Los yugoslavos - Robert Bloch

No acudí a París en busca de aventuras. La experiencia me ha enseñado que no existen los fantasmas de la ópera, ni existen los artistas con barba que cojean por Montmartre apoyados en piernas atrofiadas, ni boulevardiers con sombrero de paja cantando elogios a una pequeña y dulce Mimí. Ya no existe más el París de la historia y la canción, si es que existió alguna vez. Los tiempos han cambiado, e incluso el término «alegre París» evoca ahora lo que en el lenguaje teatral se denomina una «mala risa». En consecuencia, el visitante aprende a cambiar los hábitos, como bien lo demuestra el hotel que elegí para albergarme. En viajes anteriores me había alojado en el Crillon o en el Ritz; ahora, después de una larga ausencia, elegí el George V. Permítanme repetirlo de nuevo: no buscaba ninguna aventura. Aquella primera noche abandoné el hotel para dar un corto paseo, simplemente con la intención de satisfacer la curiosidad que sentía por la ciudad. Ya había descubierto que algunos aspect...

Muerte: Veo con tus ojos - Sergio Santiago Madariaga

Y él apoyó su cabeza en el pecho de ella: sintió el correr de la sangre por sus venas, oyó el batir de su corazón. Enterró el rostro en su regazo, notó dos labios ardientes en su cuello, sintió un estremecimiento helado, un deseo escalofriante, y oprimió con violencia el cuerpo de ella contra el suyo... Edvard Munch, Vampiro, 1894 I. El Autorretrato de Egon Schiele (1890-1918) fue pintado en 1910, es un estudio de gis negro, acuarela y tempera. El artista se representa a sí mismo desnudo, con los brazos amputados y un fuerte rictus de dolor. Las semejanzas entre este cuadro, la pintura de Max Oppenheimer Hombre sangrante (1911) y la pintura más antigua conocida de Veil Verhagen Llanto primario (1925), revelan una posible conexión más allá de la simple coincidencia de temas, pero hay una característica que hace única a la pintura de Egon Schiele. En 1959 una replica fotográfica amplificada fue atacada por una mujer durante una exposición en Viena. Lo mismo ha sucedido en o...

Sólo salimos de noche - Bernardo Fernández

El motociclista ni siquiera se dio cuenta en qué momento Arno encajo los colmillos en su cuello. Si acaso hay recuerdos al otro lado del sepulcro, el ultimo de este pobre diablo ser el de un sujeto pálido lanzándose hacia el, con el rostro deformado en una mueca grotesca, la boca abierta y los ojos desorbitados. Cuando acaba, Arno escupe con un poco de asco los restos de la sangre del policía que quedan en su boca. La sangre es como la pizza y el sexo, aun cuando este mala es buena. Pero hay límites. Creo que Arno disfruta atacando autoridades prepotentes. Especialmente cuando lo paran por exceso de velocidad. -Ahí tiene su mordida, imbécil- dice Arno al cadáver. Tiene una preferencia extraña por los chistes obvios. Por supuesto, no se lo festejo, lo dice cada vez que mata a un policía de transito, lo cual es bastante seguido; en un minuto estamos de nuevo sobre el Periférico con el acelerador a fondo. Yo no he dejado de sorber mi malteada. Tengo una relación de amor-odio con las ma...

Vida de los vampiros - Jorge Ibargüengoitia

El vampirismo no es enfermedad. Los vampiros son muertos que andan –explica un científico a la mitad de toda película de vampiros. La vampirología es un conocimiento extenso. Admirable si se tiene en cuenta que es el estudio de algo que no existe. Además de ser extenso, está muy extendido: la gente común y corriente sabe más de vampiros que de los otomíes, por ejemplo. En las películas de vampiros, los espectadores saben más de vampirología que los protagonistas, que para enterarse de lo que está pasando tienen que recurrir a un pequeño manual del siglo XVIII, o bien a un pergamino, que desenrollan con música de fondo, de preferencia de armonio. El que abre el manual o desenrolla el pergamino aprende muchas cosas, pero está casi siempre perdido, con grandes probabilidades de terminar vampirizado. Los demás protagonistas, en cambio, no dan pie con bola, y hacen una serie de cosas que a nadie se le ocurriría hacer sabiendo que la película es de vampiros: caminar por el bosque a la me...

El Cometa Halley - Reinaldo Arenas

Aquella madrugada de verano de 1891 (sí, de 1891) en que Pepe el Romano huye con la virginidad de Adela, mas no con su cuerpo, todo parece haber terminado de una manera sumamente trágica para las cinco hijas de Bernarda Alba: Adela, la amante de Pepe, colgando de la viga de su cuarto de soltera, Angustias con sus cuarenta años de castidad intactos, y el resto de las hermanas, Magdalena, Amelia y Martirio, también condenadas a la soltería y al claustro. No sucedieron las cosas, sin embargo, de esa manera. Y si García Lorca dejó la historia trunca y confusa, lo justificamos. Aún más arrebatado —y con razón— que sus propios personajes, se fue detrás de Pepe el Romano, «ese gigante con algo de centauro que respiraba como si fuera un león»... Pocas semanas después (pero ésa es otra historia) el pobre Federico perecía a manos de aquel espléndido truhán, quien luego de desvalijarlo, ay, y sin siquiera primero satisfacerlo (hombre cruelísimo), le cortó la garganta. Pues bien, mientras Bern...