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La montaña de oro - Cuento Ruso

       Hace tiempo vivía un hijo de comerciante qué disipó toda su fortuna, llegando al extremo de no poder comer. No tuvo otro recurso que coger una azada e ir al mercado a esperar que alguien lo ajustase como jornalero. Y he aquí que un comerciante que era único entre setecientos, por ser setecientas veces más rico que ningún otro, acertó a pasar por allí en su coche dorado, y apenas lo vieron los jornaleros que en el mercado estaban, corrieron en todas direcciones a esconderse en los portales y en las esquinas. Sólo quedó en la plaza el hijo del comerciante. - ¿Quieres trabajar, mozo? -preguntó el comerciante que era único entre setecientos. - Yo te daré trabajo. - Con mucho gusto, para eso he venido al mercado. - ¿Qué sueldo quieres ganar? - Si me das cien rubios diarios, trato hecho. - ¡Es una suma excesiva! - Si te parece mucho, búscate un género más barato. La plaza estaba llena de gente y en cuanto has llegado, todos han desaparecido. - Bueno, ...

Leyenda Mexicana de la Calle de Niño Perdido

     Una de las historias coloniales que originó el nombre de la calle “niño perdido”, hoy Eje Central, es la que ahora presentamos a nuestros lectores, por ser la más aceptable y sobrecogedora. El suceso tuvo lugar en lo que hace algunos años fue la esquina Arcos de Belén y Niño Perdido. Ahí, en 1652, existía una laguneta, y cerca de ella, una casa grande, elegantemente construida, a la que mucho tiempo después se llamó “casa del apartado”, ya que este lugar se destinó a apartar el oro y la plata. La casa era habitada por Don Adrián de Villacaña, hombre entrado en años, viudo, y padre de un niño de unos ocho o nueve años de edad. El pequeño Lauro de la Luz llevaba una vida apacible al lado de su padre. Disfrutaba de cierta libertad, ya que podía ausentarse de su morada para ir a jugar a los alrededores, especialmente a la laguneta, su lugar de recreo favorito. Ahí se encontraba precisamente el 30 de marzo de dicho año, día que sería definitivo para el rumbo de su ...