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La mujer del vestido genético - Daniel Gilbert

     Llevaba veinte minutos tratando de hablar por el intercomunicador con la señorita Hartley (una hazaña similar a la resurrección de Lázaro, aunque en cierta forma más complicada por el hecho de que la señorita Hartley es una estúpida, no un muerto) cuando por fin decidí ir a la sala para averiguar qué le pasaba. El individuo era vulgar, y yo, violando mi convicción más profunda (la adquisición de negocios lucrativos) estuve a punto de no verlo sentado en el diván. Estaba hojeando un número de la revista Ingeniería Genética, que como es lógico conservamos en portapliegos de similicuero con bordes dorados. Nuestra clientela es aficionada a estas cosas. —Ah, buenos días, caballero —dije. Definitivamente había que reprender a la señorita Hartley por abandonar su puesto en la sala de recepción y dejar desatendido a un cliente. Observé un moscardón que zumbaba irritantemente en la sala. Extendí hábilmente mi lengua y lo cacé. Esos insectos, qué fastidio. —Permítan...

El huevo de cristal - H. G. Wells

       Hasta hace un año, cerca de Seven Dials había una tienda pequeña y de aspecto mugriento sobre la cual, deteriorado por el tiempo, un letrero amarillo anunciaba: «C. Cave, Naturalista y Anticuario».  El contenido de su escaparate era curiosamente variado. Comprendía algunos colmillos de elefante y un juego incompleto de ajedrez, abalorios y armas, un estuche con ojos, dos calaveras de tigre y una humana, varios monos disecados y comidos por las polillas (uno sostenía una lámpara), un bargueño anticuado, un huevo de avestruz cubierto de huevos de mosca, aparejos de pesca y una pecera vacía extraordinariamente sucia. En el momento en que empieza la historia había también un bloque de cristal de roca, tallado en forma de huevo y brillantemente pulimentado. Y aquello era lo que estaban mirando dos personas, de pie frente al escaparate, una de ellas un clérigo alto y delgado, la otra un joven de barba negra, tez morena y vestuario discreto. El joven moreno g...

Tellero Bo - Theodore Sturgeon

       Nunca había visto esa tienda, y yo vivía en la misma manzana, al doblar la esquina. Incluso puedo darles las señas, si las quieren. « Tellero Bo », entre las calles Veinte y Veintiuna, en la Décima Avenida de Nueva York. Podrán encontrarla si la buscan. Además, tal vez valga la pena el rato que pierdan. Pero harán mejor no yendo. «Tellero Bo». Me atrajo. Era una tiendecilla con un letrero deteriorado por la intemperie, colgado de un saliente de hierro, un letrero que crujía melancólicamente con el viento de finales de otoño. Pasé junto a la tienda, pensando en el anillo de compromiso que llevaba en el bolsillo y que acababa de devolverme Audrey, y mi mente estaba muy alejada de cualquier tienducha. Estaba pensando que Audrey podría haber usado un término más amable que «inútil» al describirme. Y que su retorcida observación de que yo era «un incompetente psicópata constitucional» era tan impertinente como espectacular. Ella debía de haberlo leído en alguna...