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Mostrando entradas de junio, 2024

Ejércitos - Eduardo Vaquerizo

  Se levantó del barro luchando contra la viscosidad, temblándole las rodillas, resbalando una y otra vez sobre la arcilla empapada de una pequeña ladera rodeada de pinos. Se miró el cuerpo. Estaba cubierto por una complicada cota de cuero curtido y remachado en hierro. La suciedad opacaba el metal de los clavos. Hacia calor. La luz de lo alto,   en el cielo grisáceo, le dañaba los ojos haciéndole parpadear. No tenía idea ninguna en su mente, solo remolinos de emociones apenas formuladas qué giraban caóticamente sin lograr asirse a nada. Notó un tirón en el pelo y se tocó una enorme costra de sangre semicoagulada en una sien. Nada mas hacerlo fue consciente del intenso latido de dolor que le sacudía todo ese costado de la cabeza.   Estaba herido. A su lado había un largo objeto de metal. Sin saber porque, lo cogió y comenzó a andar. El cielo le deslumbraba con su intensa palidez lechosa. Debía ser poco más de mediodía. Los pinos goteaban agua y de vez en cuando alguna ráfaga de air

Orfeo y Eurídice - Eurípides

Orfeo canta. Canta recorriendo las praderas y los bosques de su país, Tracia. Acompaña su canto con una lira, instrumento que él perfeccionó agregándole dos cuerdas... Hoy la lira posee nue­ve cuerdas. ¡Nueve cuerdas... en homenaje a las nueve musas! El canto de Orfeo es tan bello, que las piedras del camino se apartan para no lastimarlo, las ramas de los árboles se inclinan hacia él, y las flores se apuran a abrir sus capullos para escucharlo mejor. De repente, Orfeo se detiene: frente a él, hay una muchacha de gran belleza. Sentada en la ribera del río Peneo, está peinan­do su larga cabellera. Pero se detiene con la llegada del viajero. Ella viste sólo una túnica ligera, al igual que las náyades que habitan las fuentes. Orfeo y la ninfa se encuentran cara a cara un instante, sorprendidos y encandilados uno por el otro. —¿Quién eres, hermosa desconocida? —le pregunta al fin Orfeo, acercándose a ella. —Soy Eurídice, una hamadríade. Por el extraño y delicioso dolor que le at