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Silencio - Antonio R. Polo González

El silencio, que es el acontecimiento supremo de lo inefable, habitaba entre las ondas de un lago cercano a Madrid. Por las tardes el silencio bajaba a merendar con las carpas de la orilla, adonde acudían también los lucios para oír la muda historia que anida bajo el verdín de las piedras. Un día, sobre el soliloquio que la nada concentra, los pájaros sobrevolaron la superficie del agua dejando es­telas con sus plumas. Fue entonces cuando desde algún rincón dulcísimo del fondo surgió el húmedo susurro de la palabra.

El que tenía alas - Edmond Hamilton

El doctor Harriman se detuvo en el pasillo de la sala de maternidad y preguntó: — ¿Cómo va esa mujer de la 27? Había lástima en los ojos de la enfermera jefe, regordeta y pulcramente vestida, cuando respondió: —Murió una hora después del nacimiento de su bebé, doctor. Estaba mal del corazón, ¿sabe? El médico inclinó la cabeza, con gesto pensativo en el rostro enjuto y bien afeitado. —Sí, ahora recuerdo ...; ella y su esposo fueron dañados por una explosión eléctrica que hubo en el subterráneo hace un año, y el esposo falleció recientemente. ¿Cómo está el bebé? La enfermera vaciló: —Un niño sano y hermoso, excepto .. . —¿Excepto qué? —Excepto que es jorobado, doctor. El doctor Harriman maldijo con lástima: - ¡Qué horrible suerte la del pobre diablo! Nacido huérfano, y además deforme. Dijo con súbita decisión: —Veré a la criatura. Quizá podamos hacer algo por él. Pero cuando la enfermera y él se inclinaron juntos sobre la cuna en la que el pequeño y rubicundo David Rand y...